PLAY | PLAYLIST ALMA
| Quién te
enseñó pececito – Magdalena Fleitas
Pero
al final, todas las casas se parecen un poco.
Que el mundo está
cambiando no hay duda. Y que podemos hablar de mil temas referidos al mundo, también.
Hoy sólo voy a hacer foco en que el mundo es uno solo para todos. Es un solo hogar.
Y las distancias con los seres queridos duelen menos si los empezamos (y NOS
empezamos) a ver, sentir y referir como ciudadanos del mundo. Hoy estamos acá,
mañana allá, y eso está bien, porque en ese movimiento trasladamos todo el amor
que somos y todo el amor que podemos dar. Me
gusta pensar, como dice Natu Jarast, que al final todas las casas se parecen un poco. Quiero creer
que sí, y que eso nos hermana, y que porque somos hermanos podemos – al menos
intentar – ponernos en el lugar del otro, comprenderlo, ayudarlo, quererlo.
Prepárense para un post muy acuariano y para una escritora de pura cepa que,
intuyo, van a amar…
Amé el emocionante libro “Un país que empieza con A” de Nathalie Jarast, tiernamente ilustrado por Danli (Daniela Szmulewicz) y
editado por Pupek Editorial. Ese es un libro de amor (y sabor) en movimiento, y nos refleja
una realidad cada vez más normal, de la misma forma que celebra la transmisión
de afectos y cuidados a través de los sabores, de recetas llenas de amor y
consideración.
Pero no vamos a
adelantarnos tanto: primero hay que ver las raíces de su autora, conocer su
historia, celebrar las aventuras que la llevaron hoy a ser, aunque a ella le
cueste el mote, escritora. Para mí es
una hermosa escritora :)
Mi
madre es una gran lectora y mi padre es un muy buen lector, para ser
médico. Así que en casa siempre hubo
libros y hábito. Una de mis actividades favoritas de chica era acompañar a mi mamá a la librería Penélope
(en la Galería de Scalabrini y Santa Fe, lamentablemente ya no está más), donde
siempre ligaba algo. Además, como soy hija
única, los libros eran – y son -
una gran compañía para mí (también
invitaba amigues a casa, no era una niña solitaria jajaja). De ahí mi amor profundo por la literatura,
que sigue intacto hasta hoy.
Leo
desordenadamente, sin prejuicios, sin tapujos. Leo y me olvido, leer y copio
frases en un cuaderno, leo y encontrar claves para la vida. Porque creo que
toda lectura ayuda a entender algo de la vida.
Es
difícil de poner en palabras, pero un
libro atrapante me genera unas cosquillas en la panza (aunque suene cliché) y
una emoción enorme. Pero también la pregunta de cómo se genera eso. ¿Cómo las y los escritores generan eso en sus
lectores, los atrapan solo con palabras y crean mundos?
Cuando
tenía unos ocho años, en unas vacaciones en Cariló conocí a Sandra Filippi,
autora de Estrafalario de la colección Pan Flauta de Sudamericana (tenía toda
la colección yo), y hubo algo ahí que me hizo un clic. Como que caí en la cuenta de que las y los autores eran personas
reales, de carne y hueso. Suena medio tonto, pero en ese momento fue clave para mí y me hizo decir: “Quiero
ser escritora”.
Mis primeros
escritos fueron versiones de los personajes de Mujercitas y otros libros.
Lo que hoy llamaríamos un fanfiction.
Pasé por varios talleres literarios
y a los diecisiete publiqué mis primeros
cuentos en la antología Yo te cuento
Buenos Aires, que era el producto de un concurso de la Legislatura de la
Ciudad. Me publicaron dos cuentos y me
sentía en la gloria. Con todo eso en mente, me anoté en la carrera de Letras, en la UBA.
Pero
después me di cuenta de que es una carrera donde se lee mucho pero se escribe
poco. Me encantó hacerla, leí autores a los que de otro modo no hubiera
llegado, conocí a cuatro de mis mejores amigas, pero hubo algo de la carrera
que también me aplastó. El “Nunca voy a
ser tan buena como…” me re pesó y dejé de escribir. Siempre digo que me gusta leer más que escribir, pero es por miedo a que lo que escribo no
sea tan extraordinario como lo que leo.
Por otro lado, a la
literatura infantil siempre la amé. Conservé varios de
mis libros de chica y aún antes de tener a mi hijo, me compraba libros
infantiles para mí (ahora tengo la excusa jajaja). Hay algo en Letras - o al menos cuando yo
cursé - de que la literatura infantil es algo menor. De hecho, en la carrera,
solo hay un seminario, que obviamente cursé. Pero lejos de ese pensamiento, siempre busqué estar en contacto y
durante muchos años fui voluntaria de Fundación Leer- una ONG dedicada a la promoción
de la lectura- que me dio una gran formación de LIJ. Después trabajé unos
años ahí (ya paga) y también en FILBA
que organiza el festival FILBITA.
Como
dice Michel Petit, la lectura realmente abre puertas, porque presenta mundos
diferentes a los que uno vive y hace pensar que puede haber otra realidad,
especialmente en sectores sociales con menos acceso y más vulnerables. Así que
además de amante, soy militante de la
literatura.
En
el medio, llegué al periodismo.
Buscando una veta más “práctica” para mi carrera, pensando en la salida laboral
y teniendo a grandes referentes que también fueron periodistas (Gabo,
Hemingway, Didion), me anoté en TEA. Apenas terminé, en 2012,
empecé a trabajar en La Nación, como
colaboradora, haciendo reseñas literarias. ¡Estaba en mi
salsa!
Y
hubo algo de la praxis que me volvió a
conectar con el escribir, no solo notas sino ficción también. Volví a talleres y a mis cuadernos.
Igual todavía me cuesta el mote de “escritora”, no me lo creo del todo. Hay una
imagen o una creencia en el mundo del arte, de que los artistas tienen una
necesidad imperiosa de escribir/ pintar/ dibujar/ componer. Pero yo no lo
siento tan así. Tengo mis momentos. Momentos de mayor inspiración y conexión
con eso y otros en donde cero.
Por
eso también, me voy anotando en
distintos tallercitos donde me “obligo” a escribir. Si no, siempre hay otras prioridades: trabajar, hacer la
cena, llevar a mi hijo al jardín. Todas cosas que también amo hacer (tengo la
suerte de trabajar de lo que me gusta), pero le quitan tiempo a la escritura. Y
la lectura también. Porque siempre es
más fácil sentarse a leer que a escribir (y las distracciones de las redes
y Netflix, pues la vida en la era digital).
¡Un aplauso para
la que lo dijo! La vida misma (y villano Netflix) nos atraviesa cuando queremos
foguear una pasión, un deseo, una chispa de expresión. Pero me encanta cómo
Natu logra esquivar la pelota y hacerse ese espacio, CREAR EL MOMENTO para
encontrarse con sus ganas de escribir y nutrir una obra que todos disfrutamos
(y disfrutaremos, poniéndole fichas al futuro jajaja) mucho. Y claro, además
hay que pagar las cuentas (y viva que Natu las paga con la moneda de su pasión)...
En
cuanto a lo laboral, además de en el
suplemento Ideas, hoy también
escribo para revista Ohlalá. Además,
desde hace siete años trabajo en el sector
editorial, haciendo prensa y
comunicación de libros.
Yo tuve el placer
de cruzar camino con Natu gracias a OHLALÁ! Makers,
la escuela de emprendedoras de la Revista OHLALÁ! En este linkpueden encontrarse con Natu la periodista (prepárense para devorar sus
notas y sentir un estallido de inspiración en sus cabezas), y sepan que si
algún día tiene la fortuna de ser entrevistada por ella, será una experiencia
hermosa, armónica y respetuosa con la historia que ustedes tengan para contar
:) Gracias Natu por eso
:)
Retomemos los
libros, al nuevo suyo…
Escribir
y publicar “Un país que empieza con A” es un sueño hecho realidad. Ver mi libro
en la mesa de la librería me emocionó un montón.
¡Y
es un sueño para todos!
Es un libro exquisito, que nació así, escrito con la dulzura de un niño que hizo conectar a la
mía con la historia (y a mi niña interior también, abrazada por una historia
con alas). Un país que empieza con A
es para leer y leer y volver a leer, abriendo el mundo a nuestros hijos y a
nuestros corazones algo abatidos (hola 2022, te viniste con toda la artillería
pesada…). ¡Y es tan lindo para mirar! Danli es una dulzura de
ilustradora… ¿se pueden pedir posters de sus hojas?
¿Es
posible vivir en dos casas? ¿Y en dos países? Matti vive en dos casas que están
en países muy lejanos. Las costumbres son muy diferentes, pero hay algo en que
las dos casas se parecen. Un libro álbum sobre la distancia y el amor de
familia. Una invitación a viajar y a descubrir cómo es la vida acá y allá.
Este
nuevo título de Pupek se suma a la
colección de narrativa “Casas con palabras”, orientada a lectores que ya tienen cierto recorrido y aborda
historias relacionadas a la identidad, la transmisión, recuerdos y
acontecimientos que vinculan, a través de la literatura, a las y los chicos con
experiencias vitales. A ella también pertenecen los Semillas de zanahoria. La abuela teje recuerdos y Si Polonia fuera un pastel, publicados en 2021.
Me encantó conocer
a Pupek gracias a Natu, ¡su libro es una edición hermosa! Y hermosa es su
esencia…
Somos
una editorial de literatura infantil, comprometida con las infancias, la
inclusión y la promoción de la
lectura. Creemos en la importancia de
los libros como
mediadores del
lenguaje, las emociones y el aprendizaje desde los primeros años y para
toda la vida. Por eso creamos libros para
potenciar y acompañar los intereses y características de cada niña y niño en sus infancias.
Un país que empieza con A (ISBN: 978-987-48322-2-1) se consigue en la tienda online de la editorial, acá, y ya está disponible en librerías de todo el país, como Abrazando cuentos
(Palermo), Mandrágora Libros y Cultura (Villa Crespo), Librería de la Arena (Villa Crespo), Oficina de Libros
(Monserrat), Atrapa cuentos
(Maschwitz), El gato Neftalí
(Tandil), y más.
¿Y cómo sigue este
cuento…?
Ahora
me anoté en unos talleres online de FILBA con Nico Schuff, Paloma Valdivia e
Inés Garland, a ver si sale la inspiración para un nuevo libro…
Hermoso eso :) Hermoso leera Natu en este post para el blog de Pupek (sobre la lectura en la primera
infancia), inspirador leer sus notas para La Nación, y siempre superador leerla en su cuenta de Instagram: ahí
está la Natu lectora, la profesional, la madre, la mujer que se hace el espacio
para escribir y, con delicadeza, emana palabras para hacer un mundo mejor. Un mundo con más amor.
Muchas
gracias Natu por compartir tu historia y por la generosidad de regalarnos tu
amoroso libro :)
Muy
feliz miércoles a todos, hermanos.
https://www.instagram.com/natujarast/
https://www.lanacion.com.ar/autor/nathalie-jarast-4706/
n.jarast@gmail.com
Danli ~ Daniela Szmulewicz
https://linktr.ee/soy.danli
https://www.instagram.com/soy.danli/
danli.ilustraciones@gmail.com
Pupek Editorial
https://pupekeditorial.com/
https://www.instagram.com/pupek.editorial/
pupek.libros@gmail.com
Todas las fotos de este post fueron provistas por Natu Jarast.
No hay comentarios
Publicar un comentario
For the love you bring won't mean a thing, unless you sing, sing, sing.