(Canción
muy linda y pegadiza que me regaló la radio ayer… Benee es una nenaaaaa, ¡20
años! Y de Nueva Zelanda… ¡cuánto buenísimo nos está llegando de ese país a
nuestros oídos!).
¡Buenos
díaaaaaaaaaaaaaaaas! Hoy Alma Singer se infla el pecho orgulloso porque precisamente
hoy el blog se siente Revista La Nación: si mal no recuerda, va a publicar por
primera vez en sus casi 11 años el anticipo (o quizás la totalidad) de la
novela de la vida de Caro Gómez, fundadora de Blendy, escritora, ilustradora, conectora de personas, profesional precisa y eficiente, programadora de sistemas de información, madre y mujer de un valor y determinación realmente admirable. Tiene un interesante compilado
de atributos, ¿no creen?
Como no quiero
marearlos con toda su historia escrita en itálica, va en tipografía normal con
la siguiente aclaración: solo intervengo yo un segundín para deseaarle feliz
cumple a Caro, el resto es todo suyo hasta los ***** de corte, y ahí vuelvo al
sistema itálica para ella y común para
mí. Ji.
Vayan a buscar su
café, cortado, café con leche, cappuccino, flat white, té, mate, mate cocido,
licuado, jugo exprimido, leche sola, Nesquik y/o vaso de agua, y vuelvan a
disfrutar este regalo inmenso que nos hace Caro…
Mi
historia (o algo de ella)
Si tengo que
hablar de mí, me pongo muy personal porque últimamente aprendí que cuánto más real, sincera y genuina soy, mucho
mejor. Así que aquí va:
Nací en
Resistencia, Chaco hace 35 años (los cumplí ayer*). Nunca tuve un padre, mi
mamá siempre fue soltera y tengo cuatro hermanos. Somos cinco en total y todos
tenemos padres biológicos distintos. Me quiero detener en esta parte porque es
algo que me costó MUCHISIMO contar.
* ¡Feliz cumple
Caroooo!
Siempre sentí vergüenza
de eso. Después de un tiempo bastante largo, simplemente se me pasó la vergüenza
y no sabía qué sentir; desde hace dos años ya me liberé y lo cuento como si
nada, es más, lo digo orgullosa porque aprendí
que no soy culpable y mi mamá tampoco, sin embargo en el pasado vivimos
siempre bajo una sombra de prejuicio y hasta a veces discriminación.
Esto no es todo.
En mi caso particular yo sabía perfectamente quién era mi papá. De hecho a los
siete años de edad, le pedí a mi mamá que me contara acerca de él y que por
favor le pidiera reunirnos. Mi mamá aceptó y así lo hizo; acordó una reunión
con "este señor" que estaba pactada a las 17hs. de un día miércoles
de verano en la plaza Belgrano del centro de Resistencia. Hacía mucho calor,
muchísimo. Pero yo me preparé, me puse una vincha blanca con flores y un
vestido celeste. ¡Ah! Y no olvidemos los zapatos blancos y medias con
puntillitas. Ahí estaba yo toda lista
para al fin poder contarles a mis compañeritas de segundo grado que tenía un
papá.
Esperamos mucho;
había humedad en el ambiente de esa que te ahoga. Recuerdo estar sentada en un
murito y mirar a las cuatro esquinas de la plaza sin divisar a nadie que se
pareciera a un papá. Al rato nada, nada y nada. Nunca apareció. Me dejó plantada a mí y a mi mamá. Creo que borré ese recuerdo por mucho
tiempo hasta que lo hice volver a mi consciencia para sanarlo.
Ese señor que
esperé en la plaza, siguió pasando por la vereda de enfrente a mi casa (él
vivía en nuestro barrio) como si nada nunca hubiese pasado, ni aquel encuentro
pactado ni mi nacimiento, ni mi existencia; y así por años.
La
historia continúa:
Hace menos de seis
meses, después de muchísimo tiempo de pensar, analizar y escucharme decidí
acudir a la justicia para pedir el reconocimiento legal por medio del trámite
de filiación y así obtener mi identidad
como corresponde, merezco y como un derecho.
Aquí
estoy hoy, más fuerte y empoderada que nunca y por mi propia voluntad.
No lo digo porque queda bien o está de moda, realmente es así.
La historia
continuó y siguió mi vida. A los catorce años de edad, cuando estaba a tres
días de cumplir mis esperados quince, a mi mamá le dio un ACV. De un momento a otro partió y ya no estaba
con nosotros, ella tenía treinta y seis años. Eso sí fue una gran revolución para nosotros y un recomenzar de la vida
misma.
Quedamos
a cargo de nuestros abuelos
(por supuesto los padres de mi mamá) y vivimos con ellos hasta lo que cada uno
pudo. Aquí nuevamente entro en detalle para contarte otra parte de la historia:
Cómo comenzó el cambio
de mi vida y de mi realidad:
Una tarde muy muy
muy calurosa, tomaba tereré con dos amigas en la vereda de la casa de mi
abuela. De la nada empezamos a soñar con
viajar a algún lugar bien lejos. Soñamos tanto que visualizamos todo y lo
hablamos entre nosotras con tanta pasión que podíamos verlo en nuestra mente,
sentirlo en nuestro corazón y hasta en nuestra piel.
Nos veíamos las
tres sentadas comiendo frutas en una playa de arena blanca y mar color
esmeralda y lo deseamos con tanta fuerza que un par de tardes después ya
estábamos planeando cómo podríamos llegar a eso. Las tres teníamos en ese momento diecinueve años de edad y dos años más
tarde, a los veintiuno, nos íbamos de viaje a Florida, Estados Unidos, a vivir
una experiencia de trabajo por el verano. Como digo siempre, era impensado
que tres pibas norteñas sin un peso pudieran acudir a un viaje de esos que
costaba cinco mil dólares cada una. Corría el año 2004 y el país apenas
transitaba lo que había dejado la casi peor crisis de su historia. Sin embargo, nosotras trabajamos por años sin parar
para cumplir nuestro objetivo. Para que te des una idea, hasta convertí el
patio de mi abuela en una especie de chacarita donde juntaba de todo para luego
venderlo; hasta cartón. Sí, ¡fui cartonera!
Para ese entonces
yo estudiaba Sistemas de Información en
la Universidad Nacional del Nordeste y por cosas del destino, antes de partir
hacia USA rendí todas mis materias. Claro, yo
no lo sabía en ese momento, pero lo que se suponía que duraría seis meses para
mí fueron (en principio) tres años y medio de estadía en Estados Unidos antes
de regresar a Chaco. Yo no volví a Resistencia cuando debía hacerlo, sino
que extendí mi visa de turista y me quedé trabajando en USA.
Siempre
me consideré una bendecida y creo que en mi camino fueron puestas las personas
más buenas y generosas
porque desde que llegué a Estados Unidos comencé a trabajar en una empresa en
donde cada persona me sostuvo cuando lo necesité. Mi jefe me ayudó a hacer
todos los trámites ante Inmigraciones y pude acceder a la residencia permanente
legal en un tiempo récord. La historia es muy larga como para detenerme aquí a
contarte los detalles, solo quisiera mencionar que en ese momento no estaba tan
disponible la información en la web como ahora. El trámite que yo realicé fue
extraordinario y fuera de lo común y del mismo ni siquiera los estudios de
abogados sabían. Llamé a muchos pero nadie me daba la respuesta que esperaba
así que decidí llevarlo a cabo yo sola y
por mis propios medios.
Me pasé días y
noches preparando mi caso para presentarlo al gobierno de USA. Escribí
diecisinueve páginas en inglés contando mi historia y tenía un tiempo estimado
de espera de por lo menos trece meses para ver si mi caso tenía chances de ser
aprobado. Me jugaba todo, porque si
no me lo aceptaban, podrían tal vez deportarme.
No me vas a creer: magia nuevamente. En cuatro meses mi caso estuvo resuelto y
aprobado. Luego, en dos meses más ya era residente permanente legal y por diez
años.
Yo sabía que no
quería volver a vivir a Resistencia, pero como toda veinteañera tampoco estaba
muy segura del todo de lo que quería ni con qué detalles, así que me dejé llevar.
Fui
afortunada de aprovechar el tiempo que viví en USA para capacitarme, y allí estudié Business
Administration en la Florida State University y en el Gulf Coast Community
College. Todo el tiempo que viví allí trabajé en el área creativa de una
empresa familiar que tiene decenas de locales gastronómicos en Florida y en
2011 decidí también probar en el mundo freelance de la escritura. Adquirí mucha
experiencia en el uso del CMS Wordpress que da la posibilidad de monetizar el
sitio a la persona que desee dedicarse a un proyecto digital.
Cuando ya iban
unos siete años seguidos viviendo y trabajando en Florida, un día conocí a Seba por medio de mi mejor amiga
en USA (quién originalmente es de Cipolletti). Seba había ido a pasar tres
meses con mi amiga Natalia y su novio. La intención de Seba era conocer
lugares, vivir una experiencia y salir un poco de su rutina de periodista en
Capital Federal.
Como si nada me encontré enamorada de él, y fue muy
correspondido así que estuvimos tratando de seguir juntos a la distancia por dos años y medio; yendo y viniendo
de Buenos Aires a Panamá City Beach (donde yo vivía en Florida).
Un día en julio de
2014 recibí una muy mala noticia, mi abuela amada había sufrido un ACV en
Resistencia por lo que decidí tomarme un vuelo lo más pronto posible y venirme
para estar con ella. Pude llegar antes
de que ella partiera y me despedí. Seba estuvo conmigo todo el tiempo.
Nosotros habíamos
planeado que él iría a Estados Unidos a vivir conmigo un año entero y ya había
renunciado a Clarín. Faltaban dos días
para que Seba volara a Miami a encontrarme y de repente todo cambió porque
falleció mi abuela. No te cuento la tristeza que tenía yo. Más tristeza que
cuando murió mi mamá o las tantas veces que sufrí decepciones de la vida.
Decidí
en ese momento jugarme y cambiar todo el plan. Volví a Florida luego de
enterrar a mi abuela, renuncié a mi trabajo y vendí mis cosas (auto incluido)
en diez días. Y al día número once ya
estaba con Seba en Ciudad de Buenos Aires.
Toda la familia de
Seba y él son de Cipolletti pero a los dieciocho se fue a vivir a Buenos Aires
para estudiar periodismo y luego de recibirse se quedó trabajando allí. No dudamos y decidimos venir a vivir a
Cipolletti para formar nuestra familia. Seba tomó el lugar de su papá en la
empresa familiar y yo "quedé ahí", ja.
De
mi hogar en el exterior, mi vida en la playa, piel bronceada y pelo largo pasé
a estar embarazada de la nada.
Sin trabajar y en un lugar literalmente nuevo (nuevo al extremo que no llegaba
Cablevisión a la zona de chacras donde fuimos a vivir porque el barrio estaba
muy en reciente desarrollo, y esto a doce cuadras de la plaza principal de
Cipolletti). Yo sentía que había vuelto al pasado, literal.
Viví
un primer año horroroso, trayendo mis cargas heredadas y las mías de mi propio
camino con la pérdida reciente de mi mayor sostén, mi abuela. Además deteniendo
el ritmo repentinamente y sin escalas.
Nació
nuestro primer bebé en enero de 2016
y la maternidad me dio las dos cachetadas que me faltaban. Como si fuera poco, al año ya estaba embarazada de nuevo
pero ésta vez un poco más adaptada y canchera con la lactancia también ja. En
enero de 2018 nació nuestra beba. Hoy
estoy feliz. Muy feliz y en paz.
El ritmo tan acelerado y los cambios tan bruscos en
mi vida me acarrearon a toda velocidad y en algún momento tenía que entrar en
una meseta con un poco de tranquilidad y así fue. Estoy ahora en un hogar hermoso y rodeada de amor.
******
No sé ustedes pero
estoy con piel de gallina, emocionada y agradecida: agradecida que alguien como
Caro exista y comparta su historia. Ella es TODO LO QUE ESTÁ BIEN: es alguien
que la tuvo muy difícil de muy chica, y no se quedó en el llanto, en la queja.
Caro salió a hacer su destino, continuó resistiendo las batallas de la vida, luchó
por sus sueños y los consiguió, con broche de oro muy merecido: su propia
familia, llena de amor, en su lugar en el mundo.
Y desde ese lugar
de amor, Caro busca expandirlo hacia los
demás a través de Blendy. Sigan
leyendo, que esto se pone cada vez más bueno :D