¡Muy buen viernes
a todos!
Hace dos días, Ani Flores subió una segunda foto a modo de participación en el juego #BarriosSigamosEnCasa, con un twist
genial: propuso dos juegos literarios
a partir de lo que vemos (o no) por la ventana…
1.
Anotá diez objetos que veas desde tu ventana. Escribí un cuento en el que
incluyas esos diez objetos.
2.
Pensá en diez objetos que te gustaría ver por la ventana pero que no están.
Escribí un cuento en el que incluyas esos diez objetos.
Cuando lo leí me
alegré mucho, ¡y me cebé! Pensé en qué genial era la oportunidad de volver a
escribir algo que no fuera un “post informativo” (no sé bien cómo definir lo
que hago para Alma Singer). Recordé mis comienzos con las letras, en edad
escolar, escribiendo cuentos a mano en hojas número 3 del cole, cuentos que me
moría de vergüenza si alguien los leía (por eso los escondía en una caja de
zapatillas Reebok: no me olvido más de eso porque la sigo teniendo, con todos
sus cuentos escondidos). Volví a sentir en el pecho ese calorcito único que me
daba escribir, esa necesidad urgente de llevar al papel ese hilo de historia
que se me aparecía por la cabeza. Nunca sabía bien cómo iban a terminar, pero
no me importaba. Ese momento para mí, sentada en mi silla de madera pintada de
blanco, era todo lo que me importaba.
Como que quería
volver a sentirme así.
Así que determiné
que el post de hoy iba a ser ese cuento, inspirado por Ani, inspirado por lo que
veo en mi ventana.
Hasta que amaneció
este viernes frío con el miedo y esa vergüenza (algo ridícula a esta altura de
la vida) de mostrar lo que hago, lo que escribo desde ese calorcito en el
pecho.
¿Y ahora qué hago?
Bueno. La foto ya
la saqué.
Y enumerar diez
objetos que veo no es tan difícil. Empiezo con eso:
1. Mamushkas de
vinilo (un hermoso regalo de Enamorada del Muro, cuando Caro, Eri y Flor recién
comenzaban)
2. Agarraderas de
tela y la agarradera asesina de silicona. Más de cinco segundos sosteniendo
algo y te quemás como si estuvieras en el infierno. No sé por qué todavía no la
puse en el tacho de reciclaje…
3. La olla
hirviendo una gran calabaza. ¿Destino? La humita de Vero Palazzo
4. Portarollo de
madera, con rollo de papel.
5. Cocina blanca,
limpia (siempre: freak de la limpieza de la cocina).
6. El portajabones
de los monos que me regaló Flopa hace más de 10 años.
7. El platito
comprado en WaWas Barcelona, portador de la esponjita y virulana.
8. El
portacubiertos verde.
9. La Serpiente de
Kung Fu Panda, colgando de la ventana
10. Las cápsulas de
café recicladas, transformadas en flores, vaquita de San Antonio y macetita,
todo con imán, todo por Lau de LlevArte Plantas.
Listo. Hecha la
lista. Y al cuento lo tengo rebotando en mi cabeza desde que leí el post de Ani
y supe a qué ventana le sacaría una foto.
Bueno.
Yo me animo.
Va mi Cuento de
Cuarentena…
Mamá
Alguien llama a la
puerta. El golpe es suave, tímido, casi miedoso.
Ania cierra el
agua, se seca las manos con su delantal y se dirige a la puerta. Sabe quién
está del otro lado, Fidi. A su hermana Fidi nunca le gustó su nombre Fedora. A
Ania nunca le gustó cómo terminaron las cosas con su hermana, tres meses antes
de que su mamá partiera. Abrió la puerta esperando un abrazo.
- Hola Ania – le dio
un beso casi sin tocarla – perdón que llego tarde.
- Hola, y no hay
problema. Acá el tiempo no corre, pero escucho el agua hervir por demás. Acompáñame
a la cocina, quiero ver qué pasa con la calabaza…
- ¿Estás haciendo
sopa?
- No, quiero hacer
otra cosa. Vení, dejá tu abrigo donde quieras. La casa es tuya.
Mientras Fidi se
desabrochaba el saco, miraba el living de su hermana, como quien mira algo que
sabe no puede mirar. Vio las mamushkas
de su mamá, con su pintura inmaculada, como si estuvieran recién sacadas de la
tiendita donde se las compró su papá, el abuelo Yuri. Vio a la gata dormida en
el sillón, envidió su calma. Dejó el saco sobre la silla junto a la mesa llena
de capsulitas de café usadas y
vacías, que Ania usaba para transformar cosas, a modo de terapia. Fidi se puso un
poco más triste, y entró en la cocina. Ania había bajado el fuego, y estaba
picando una gran cebolla blanca. Lloraba un poco. Fidi se imaginó que era por
ella.
- ¿Te paso un papel del portarrollo?
- No, gracias.
Pasame por favor los tres choclos que tengo en la heladera.
- ¿Estás haciendo
la humita de mamá?
- Sí, pero no me
acuerdo bien todo lo que lleva. Necesito tu ayuda. Quiero que me salga como a
mamá.
- Entonces te paso
también estas tres varas de cebolla de verdeo, y no te olvides la sal de salina…
¿tenés, no?
- Siempre.
- Siempre.
Mientras una
picaba, desgranaba, salteaba; la otra probaba el estado de la calabaza. Estaba
tierna, a un minuto de estar lista, a un minuto de tener el punto exacto que
mamá les había enseñado. Fidi buscó el colador. Claro que sabía dónde estaba,
en la puertita justo abajo del kit
completo de lavado de platos, con portacubiertos verde aparentemente nuevo:
ni dos años ni tres décadas la harían olvidar dónde estaba cada cosa en la casa
de su hermana. Miró el portajabones de
los monos y lo vio más cascado. “Se le habrá caído”, pensó mientras
descubrió que el colador, supuestamente limpio, tenía todavía algo de arroz pegoteado
en un lado. No dijo nada, solo abrió el agua, buscó la virulana y fregó con insistencia. Qué odio el arroz, siempre deja
su pegote, no quiere que se olviden de él. Ella tampoco quería que Ania se
olvidara de ella.
Igual eso no iba a
pasar nunca.
El reloj interno
le informó que apagara el fuego, y coló la calabaza, llenando de vapor la
cocina. Las dos hermanas notaron el hermoso juego que hacía el vapor caliente
con la luz del mediodía. Las dos dejaron de hacer lo que estaban haciendo. Había
un gran rayo de sol que cruzaba la ventana, marcando sobre la pared la figura
de esa viborita de dibujito animado,
de esas películas que solía coleccionar Ania.
Ese gran rayo de
sol casi se sentía como una tercera persona en la silenciosa cocina.
Luego de lo que
pareció una eternidad, pero fue solo un minuto, retomaron la receta, en
silencio. Una ponía pimienta negra al salteado, la otra pisaba la calabaza sin
esfuerzo. Una fue a buscar la leche a la heladera, la otra sumó los choclos desgranados
al puré de calabaza. A mamá le gusta que la humita quedara rústica, por eso
nunca usó procesadora para deshacer los granos de choclo. Fidi tampoco.
Fue momento de
juntar las dos preparaciones. Fue momento de juntarse, ellas lo sabían. Fidi
agregó el puré de calabaza con choclos a la olla, Ania sumó la leche y
revolvió. Fidi tomó el aceite y lo agregó a ojo. Ania sonrió, confió en que su
hermanita iba a poner la cantidad exacta: ni una gota más, ni una menos. Y
revolvió un poco más.
- ¿Me dejás seguir
revolviendo a mí?
- Sólo si cantás
la canción – dijo Ania sonriendo con un dejo de tristeza
- Siempre.
- Siempre.
Y la abrazo antes
de entregarle la agarradera roja y el cucharón de madera. Un abrazo
que tardó dos años en llegar. Un abrazo que no necesitó palabras.
Fidi tomó el
cucharón y la agarradera, se puso a cantar la canción y revolvió hasta que la
humita espesó. Una vez más, Fidi encontró el punto justo de cocción. Y la miró
a Ania a los ojos. Su hermana mayor dijo…
- ¿Te diste
cuenta?
- ¿De qué…?
- Que mamá siempre
supo cómo hacer para que vos y yo nos entendamos…
- Siempre.
- Siempre.
--- *
--- * ----
Listo. Costó pero
salió :)
Gracias Ani por
invitarme a jugar, qué felicidad me regalaste :)
Están
todos invitados a jugar con Ani,
con sus palabras internas, con esos cuentos que tienen ganas de contar, desde sus
ventanas en cuarentena. Pueden subir su cuento en sus cuentas de Instagram
arrobando a @anahi_floresflores para que lo pueda leer, o enviárselo al mail anahiflores.org@gmail.com :) Y están todos invitados a sumarse también a #BarriosSigamosEnCasa :)
¡Muy
feliz viernes a todos!
Anahí
Flores – La Lectora en la Ciudad
Cuento y fotos por
Vero Mariani.
"Si vende con su información productos que saldría a comprar ni bien termino de leerla" pensé "sus cuentos me llegarán al alma"y una vez más no me equivoqué...tu cuento tiene olor a calabaza con cenicienta incluída....y vos sos el hada madrina.��
ResponderEliminarMaria Rosa
Ay Roseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee, me hacés emocionar, MUCHO MUCHO MUCHO. Me alegra tanto que te haya gustado, y que te haya llegado el olorcito a calabaza :) Te quiero, me hiciste el viernes (un viernes bastante accidentado, por suerte nada grave!). Beso enorme y GRACIAS INFINITAS!
EliminarQué lindo, Verito, me pone feliz que una consigna haya desplegado todo eso en vos. En estos días subiré algunas otras :-) Abrazote.
ResponderEliminarBuenísimo Ani! Muy divertido! Espero que me de el tiempo para seguir jugando :)
EliminarQué lindo que volaste, Vero!!! Pude ver todo lo que contás y eso es tan lindo!
ResponderEliminarMaria, @la_lolaperez
Gracias totales linda, es un honor viniendo de vos :)
EliminarVero hermoso cuento....con hambre de calabaza pisada.... Me encantó!!!! Un beso grande
ResponderEliminarAna montagut
jajjaj gracias Anita querida, ¡muchas gracias! Y si te leía un día antes te despachaba la mitad de la tarta con humita que hicimos jajaja! (herví demasiada calabaza, nos dio para tres comidas, casi cuatro ajajaj). Beso enorme!!! Y GRACIAS por estar acá :)
EliminarQue emoción Veri!!!segui el cuento sintiendo la armonía de la preparación de la humita, esa intimidad originada en el recuerdo de mamá!, espere ese abrazo hasta el final con lágrimas en los ojos!!! Que ganas de volver a leerte tenía ahi guardadas! Gracias por esta emoción. No dejes de escribir Hay mucho adentro tuyo para expresar!!!❤Te amo profundamente ❤
ResponderEliminarMamiiiiiiiiiii, me hacés emocionar a mí!!!! Te quiero tanto! GRACIAS POR SIEMPRE ESTAR, siempre apoyando, siempre estás. Te quiero mucho maaaa, mucho mucho! MUCHO!
EliminarGracias Vero!el cafe que tomamos hoy con Alma,fue tan calido!!!Me sentí abrigada por el sol del otoño y esas mantitas colorinches que les teje mamá a los chicos...ahora que no puede abrazarnos.
ResponderEliminarFeliz finde!!Vero
Veroooo, qué lindo tu mensaje, cuánto me alegra que lo hayas leído en ese contexto tan cálido de hogar <3 Beso enorme y gracias por estar acá :D
Eliminarmuy lindo Verín! lo re disfruté, muy sensorial!
ResponderEliminarÑaaaaaaaaaaa, gracias Paulin! Que te haya gustado a vos, REINA DE LAS LECTORAS, es un mega honor!!! Gracias amiga!
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