Elena Ferrante, por Nati Iscaro

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La música es recomendación de Nati, hoy todo lo hizo ella ;)

¡Muy buen día… para leer! Tengo el placer de publicar una nueva entrega de mi querida amiga productora de contenido y ávida lectora, Nati Iscaro. Después de leer lo que los invito a leer a ustedes hoy (a continuación), no sé si seguir con el próximo punto de mi larga larga laaaaarga lista de tareas o si apagar la compu, pasar por la primera librería que encuentre, comprar los cuatro tomos y encerrarme donde no me encuentren hasta que los termine. Si tiene vista al mar mejor :D Eeeen fin, dejo de delirios y comparto feliz la respuesta a ¿quién es Elena Ferrante?

PD: Nati, yo no googlé nada ;)

Elena Ferrante

Por Natalia Iscaro

Fuente foto 

¿Conocen a Elena Ferrante?

Bueno, en realidad no se llama así. No se sabe realmente quién sea Elena, y me parece realmente increíble que en estos tiempos de redes expandidas, esta mujer pueda mantenerse anónima y aún así lanzar una saga que es bestseller internacional. Estuve leyendo que alguien reveló que podría tratarse de una italiana que es traductora del alemán al italiano, pero prefiero no entrar en detalles sobre ello. Quien quiera podrá googlearlo, porque lo que importa aquí es la historia, y no la violación a una identidad de alguien que quiso preservarla. El mercado ciertamente puede ser perverso. 

Cuando termino un libro, siempre en la primera página mi nombre, la ciudad en que lo leí (mayormente Buenos Aires) y la fecha. También suelo agregar alguna línea. En el primer libro de la saga de Elena Ferrante, La amiga estupenda, escribí: “Una delicia. Un oasis en medio de la rabiosa literatura contemporánea.” Y siento que es una idea que hoy mantengo, ya terminado el cuarto y último tomo de esta tetralogía. En orden son: La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida (todos de Lumen).

El comienzo del primer libro se hace arduo (¡que no los desaliente!). Sucede que ni bien arranca se inicia un desfile de hombres, mujeres, familias y sus historias entrecruzadas, secretos y traiciones. Es como una gran obra de teatro con muchas otras obras que la atraviesan en todas direcciones. De hecho, en las primeras páginas de los cuatro tomos, un listado enumera a todos los personajes, sus apellidos e historias, y es de gran utilidad a lo largo de la lectura.

Nuestro gran relato tiene lugar mayormente en Nápoles (aunque también aparezcan Florencia, Pisa e Ischia). La ciudad que es un personaje en sí mismo, con elementos políticos, culturales y socio-económicos que son determinantes en la trama, y donde los ideales van siendo consumidos por un mundo que se mueve por reglas más cercanas a la violencia y la corrupción.

Nacidas en 1944, Elena, quien narra, y Lila, cuyo nombre real es Raffaella, son dos niñas y luego mujeres: amigas fusionadas por un vínculo que las atraviesa y conecta, aunque parezca extraño, más allá de las posibilidades del lenguaje. No en vano la autora afirmó “Mientras escribo creo saber mucho de mis personajes. Pero luego me doy cuenta que sé mucho menos que mis lectores.”

¿Cómo contarles sin revelar demasiado? Puedo decir que mientras Elena intenta irse del pueblo, cultivarse, armar una vida ejemplar, Lina se casa rápido con un adinerado y se queda en el pueblo. En mi opinión, no hay mayor riqueza en los cuatro tomos que la relación entre dos mujeres. Mujeres que se aman, se envidian, se admiran, se odian, se vuelven a amar. Que son reales, que obran bien y mal, que tienen carne, sangre, piel, que son maravillosas e insoportables. Que uno quisiera cachetear, imitar o abrazar. Son personajes que se te meten en el cuerpo y luego te expulsan. Su vínculo con sus respectivas familias, el dinero, los hombres, los amigos, los hijos, las traiciones y decepciones, están tan llenos de riqueza como la vida misma. Cada pequeño detalle es fascinante en su simpleza aparente, y en seguida aparece la sorpresa, lo inesperado.

Puedo agregar que mi tomo favorito fue el tercero. Acaso porque en ese libro los personajes explotan, se muestran en su mayor esplendor: uno puede leerlos como si los tocara. Y el cuarto es un espejo que devuelve lo inevitable, y tiene algo de amargo, melancólico y también de final. El primero es una puesta en escena, la infancia y su sello indeleble, y el segundo expone esas trampas que nos tiende la vida cuando pensamos tener todo resuelto.

Les copio una frase que narra nuestra protagonista, Elena, en el tercer tomo, Las deudas del cuerpo, y que ilustra algo de lo conflictivo de su vínculo con Lila: “Yo quería llegar a ser, aunque jamás había sabido qué. Y había llegado a ser, no cabía duda, pero sin un objetivo, sin una auténtica pasión, sin una resuelta ambición. Había querido llegar a ser algo –ese era el punto- solo porque temía que Lila llegara a ser a saber quién, dejándome a mí atrás. Mi llegar a ser era un llegar a ser siguiendo su estela. Debía proponerme llegar a ser, pero yo sola, como adulta, fuera de ella.”

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¡Muy buen miércoles a todos!