Cocino
cosas. Hago cosas. Comparto cosas.
Bajo
esas seis palabras y un blog hermoso, Ro Guaraz nos maravilla. Soy su fan al
máximo, y me encanta ver cómo la creatividad se copa y bendice a determinadas
personas con toda su potencia. Creo de cuerpo entero que estas asignaciones de
talento no son casuales, que la creatividad buscar sensibilidades adecuadas
para que, con sus dones y gentilezas, pueda inspirar al resto y demostrar que
un poco de amor, de sentimiento, de criterio, de materiales nobles y un gran
espíritu generoso pueden salvar al mundo.
Nuestra
admirada Ro Guaraz transitó un largo camino hasta llegar acá. Qué lindo que
además tiene una hermosa pluma y una historia sumamente inspiradora…
Supongo que empecé al
igual que todos: jugando con masa en el jardín. La diferencia es que no paré
nunca más. Realmente no tengo una historia de quiebre importante, de haber
seguido una carrera de las serias con un punto de inflexión hacia el arte.
Siempre me gustó crear, es quien soy, es lo que hago desde que tengo memoria.
Cuando era chica
dibujaba, le pedía retazos de tela a mi abuela para coser ropita para las
Barbies, horneaba una torta mientras mis papás dormían la siesta. Todo me
gustaba por igual, crear siempre me pareció una manera fabulosa de pasar el
tiempo.
Empecé a cocinar
guiándome con un libro terrible, de la Armada, donde las cantidades de
ingredientes en cada receta servían para alimentar una tripulación
(literalmente). Sin tener mucha idea, a veces me salían cinco docenas de
facturas y otras veces dividía las medidas con mayor o menor éxito.
¡Nah,
nah, nah, naaaaah! SOS LO MÁS.
Desde los 8 años fui
a la escuela de danzas y mi año favorito fue el quinto, cuando tuve educación
visual y pude dibujar, pintar con témperas, explorar otros medios y aprender
mucho sobre color. Entre eso y mirar Utilísima con mi niñera, palié mi
educación secundaria esperando egresar y poder hacer lo que quisiera. Claro que
terminé la escuela en el 2000 y en el 2001 se cayó el país, así que recién el
2003 me encontró nuevamente en las aulas estudiando Diseño de Indumentaria, carrera
que dejé en el último cuatrimestre, sin título, para enojo de mis señores
padres.
En 2005 empecé a leer
blogs. Estaba aburrida y no pasaba por un buen momento, así que necesitaba
encontrar cosas nuevas y me topé con un montón de gente escribiendo de
cualquier asunto ajeno a mi vida marplatense. Quedé fascinada. En 2006 abrí mi
primer blog (personal, malísimo, cerrado hace tiempo), conocí un puñado de
amigos y a mi actual pareja y al año siguiente me mudé a Buenos Aires. Me tomé
un tiempo para aclimatarme a mi nueva vida y en noviembre del 2008 hice un
curso de encuadernación al que había querido asistir desde que empecé la
facultad, cinco años antes. Estaba feliz.
Tendría
que inventar una etiqueta para identificar todas las vidas que cambiaron (para
bien, aunque lo aclaro al pedo), gracias a un blog. Los blogs tienen una buena
onda intrínseca muy poderosa, ¿no creen? Sigamos.
Ese curso fue mi
punto de partida para un sinfín de capacitaciones de lo más diversas:
ilustración, crochet, origami, caligrafía, furoshiki, costura, tocados, flores,
carpintería, acuarela, tallado, fotografía, carteras, estilismo, cajas,
papercut, moldería. Desde ese momento no paré de aprender cosas nuevas, siempre
evitando responder en serio al famoso y casi inevitable "te lo
compro" que venía cuando mostraba a alguien mi producción, no porque no
apreciara la devolución sino porque mi perfeccionismo y yo no podíamos lidiar
con comercializar algo tan verde, y porque a cada paso que daba tampoco sabía
si eso era a lo que quería dedicarme. Estaba aprendiendo para mí, no para vender.
Me estaba nutriendo.
El 2012 me encontró
produciendo un espectáculo de stand up para pagar las cuentas (¿Sabían que el
papel hay que pagarlo? ¿Y las telas? Locura total). El trabajo no me interesaba
en lo más mínimo pero tenía que hacerlo, así que le agregué mi parte: a la
salida de cada función regalábamos galletitas que yo me encargaba de hornear
cada semana. La gente empezó a pedir las recetas así que abrí un blog de cocina
y fui volcando las que más pedían, además de otras cosas que preparaba habitualmente.
Con los años, la
sucesión de cursos, el perfeccionamiento en las técnicas y la insistencia de
los amigos ("¿a cuánto lo vendés?", "¿me enseñás a
hacerlo?", "¿por qué no te dedicás a esto?"), en 2013 decidí
abrir otro blog donde poner todos mis proyectitos que nunca veían la luz: las
prendas que cosía, los arreglos en casa, las lavadas de cara a mis muebles, los
regalos que hacía.
The recipe card y One
girl band fueron lindos pero estaban siempre desactualizados, tenía lectores
entrando a dos lugares diferentes, mi contenido se dividía demasiado y ambos
lucían muy básicos. Así, a principios de este año me planteé seriamente la
posibilidad de unir los dos bajo un mismo nombre. Bajo mi propio nombre. Ro
Guaraz se define desde que uno entra: es -como dice el tagline- un catálogo de
labores, recetas y cosas bellas. Es una suma de todo lo que aprendí y sigo
aprendiendo. Es un muestrario de lo que hago en casa. Es un manual de instrucciones que invita a todos a jugar conmigo.
Recorten
este último párrafo porque es para material de estudio y aprendizaje. En una
era donde nos superan las redes sociales y la infinidad de posibilidades que
podemos desarrollar con ellas, tener un orden, un concepto y pocos pero
efectivos lugares de encuentro, siempre es beneficioso. Sigamos con los
talentos de nuestra elegida…
Varias personas me
han dicho que "labores" suena a abuelitas: estoy de acuerdo, es la
idea y me encanta. Soy una anciana en el cuerpo de una treintañera, lo fui en
el de una veinteañera y en el de una adolescente hace quince años. Como las abuelas de antes, mi búsqueda
habitual consiste en mejorar mi entorno y en dar amor de todas las formas que
pueda. Prefiero invertir una tarde en coser un vestido antes que perderla
en el shopping buscando uno que nunca me va a quedar bien; prefiero desviar mi
presupuesto de comidas hacia ingredientes de buena calidad antes que pedir
delivery. Puede sonar cursi pero coser o
amasar o pintar o arreglar mi casa son todos actos de amor, y con cada uno de
ellos sigo aprendiendo.
Me inspiran el
invierno y las reuniones alrededor de mi mesa. Los gatos (¡mi gato!), el cine y
los libros bellos. Embellecer lo que me rodea y cuidar de la gente cercana. Mi
secuaz haciendo música para mí o trabajando de lo que le gusta. Me inspira el
hecho de aprender algo, me gustan los manuales de instrucciones para exprimir todas
las posibilidades, me mueve desarmar y armar objetos para entenderlos y
mejorarlos. Me empujan las ganas de
generar momentos disfrutables. Soy una anfitriona orgullosa.
Amo regalar.
Aunque suene inhumano, me inspira la perfección: soy perfeccionista hasta la
médula y eso no está tan bueno, pero ya me voy a curar. Mientras tanto, lo sigo
usando de disparador.
No sé bien cómo sería
mi día perfecto, pero hay un puñadito de cosas que quisiera incluir: frío
invernal, un buen brunch, música y silencio en un justo equilibrio, algún lindo
paseo, litros de té con un libro, un rato en la cocina, unas cuantas horas en
mi taller -que, a fin de cuentas, es donde paso mis días-. Por supuesto, mi
gato y mi secuaz. Y, si pudiera elegir, trabajando en crear cosas.
Me
cuelgo a esta última frase para introducir los últimos dos párrafos de esta gran
historia, tan inspiradora (estoy buscando hace media hora los polvitos mágicos con
brillantina de Unicornio que mudé hace casi dos años para agilizar los tiempos.
Cuando los encuentre los esparciré al viento en dirección a Ro. Y que se cumpla
por Dios y todo lo que es bueno).
Con el tiempo entendí
(más bien debería decir que me hicieron entender) que debía dejar de buscar
trabajos que paguen las cuentas y los materiales para hacer las cosas que me
gustan y empezar a hacer de esas cosas que me gustan un trabajo en sí mismo. Es el plan. Perfeccionismo más
inseguridad no es buen buen combo y así estoy, desde hace meses, viendo cuándo
me animo a vender algo de mi producción. Estoy segura de que hasta ese día no
voy a dejar de escuchar la pregunta, así que me puse a trabajar para acercar
esa fecha.
Aún no tengo certezas
ni un producto terminado para mostrar, pero ya voy a volver con novedades.
Intento que mi blog sea muy transparente, así que seguramente cuando tenga algo
entre manos se van a enterar sin filtro. Si logro contenerme lo suficiente como
para no adelantar nada en algún que otro post o en redes sociales, vengo y les
cuento a todos mis buenas nuevas. Lo prometo.
Promesa
tomada y polvitos mágicos con brillantina de Unicornio encontrados, Ro. Espero
que borren los perfiles bien marcados de la inseguridad, que suavicen su
demanda y que la perfección fluya libre. No te olvides, sos la elegida. Tenés
todo por ganar ;)
¡Muchísimas gracias Ro por coparte y compartir tu inspiradora
historia! ¡Y tus fotos! ¡Con apertura! ¡Soy tu fan! ¡No puedo parar! ¡Estoy poseída
por el Unicornio feliz!
Ro Guaraz
Todas
las fotos de este post pertenecen a Ro Guaraz.