El
miércoles pide más amor, y se lo vamos a dar, por supuesto. Una buena dosis de
onda festiva y original, que aplican Lucía y Marcela, de Uriarte.
Nos conocimos en el
trabajo, hace ya casi siete años (¡para nosotras es un montón!). Al principio,
nos unieron cuestiones profesionales (ambas somos docentes universitarias y nos
dedicamos a la formación de docentes) pero rápidamente nuestro amor por lo
dulce, los fracasos en las dietas y la pasión por la cocina nos fue uniendo. La
amistad vino pronto y ahora somos como hermanas de la vida. Marcela está casada
con Marcelo y tiene dos hijos (sí, el matrimonio de los “marcelos”!). En su
casa siempre hay algo rico esperando sobre la mesada… ¡qué nunca dura mucho! No
le gusta la rutina, por eso siempre encuentra algo diferente para salir de
ella. La cocina es una de sus excusas.
Lucía está recién
casada (¡en enero de este año!), con Emanuel. Eran compañeros de la primaria.
No se veían desde que terminaron 7° y en un reencuentro, fue flechazo y amor.
La boda fue de día y la organizamos con alegría durante poco más de un año, con
pequeños detalles que hablaran de lo que nos gustaba: manteles y servilletas de
diferentes colores, centros de mesa, piñatas…¡de todo y muy alegre! Tuvimos
mucha suerte, y encontramos gente muy creativa que nos acompañó preparando
cosas que no teníamos idea ni talento para hacerlo. Fue un día maravilloso.
En ese proceso, ambas
nos descubrimos encontrando placer en actividades que siempre habíamos relegado
a “los huequitos libres”: el trabajo con las manos, la cocina. Fue una
oportunidad para replantearnos nuestras prioridades. Era ahora o nunca. Tal vez
con más osadía que otra cosa, comenzamos a fantasear con la posibilidad de
crear un lugar que nos permitiera dar rienda suelta a las ganas de cocinar, de
crear cosas lindas para nuestras casas y encontrarnos con otros que supieran
hacer cosas que nosotras no. La boda fue nuestra señal de largada, y por suerte
supimos escucharla.
¡El
miércoles desborda de amor! ¡Cómo me gustan estos días! ¡No maten al Unicornio!
¡Basta de gritar Verónica! Sigamos…
Como parte de ese
camino, dimos nacimiento a Uriarte, donde nos dedicamos a cocinar bien casero y
crear objetos lindos que nos acompañen en nuestros momentos felices (como en el
día de la boda, o en el cotidiano cuando podemos disfrutar nuestra casa y bajar
un cambio). Ambas venimos de familias donde siempre se cocinó, mucho y muy
rico. Creemos que la comida une, nos
acerca. Comer nos permite compartir momentos con quienes queremos y nos
quieren. Disfrutamos de preparar cosas ricas, que reconfortan y te dejan
pensando...."¡qué bueno esto!". No importa si vivís en una súper casa
o en una cajita de zapatos, nuestro hogar puede hablar de nosotros. Con
pequeños detalles, objetos que nos reconfortan y en los que nos reconocemos.
Por eso, nos propusimos también crear esos detalles que hacen que tu casa sea
bien tuya.
Ahora
nos explican porque bautizaron a su emprendimiento Uriarte (y yo las banco a
full).
Uriarte es la calle
que caminamos muchas veces, charlando y dejando la imaginación volar: “podemos
hacer esto, o aquello”. Con árboles, chicos saliendo de la escuela y señores de
almacén y mercaditos (cada vez menos, desgraciadamente) que se sabían nuestros
nombres y nos avisaban cuándo llegaba ese ingrediente que estuvimos buscando
por todos lados. Fue nuestro camino hecho de cuadras y adoquines, donde
empezamos a tejer este sueño de amigas: compartir. Compartir tiempo juntas y
con otros a través de una cocina casera que te recuerde momentos felices, y te
permita construir otros. Fuimos muy
afortunadas en darnos cuenta de algo tan sencillo como complejo: la vida tiene
movimiento y uno puede dar un giro al volante para ver las cosas de otra
manera. Cada uno encuentra la mejor forma de ser feliz, y esta es una de las
nuestras.
No
me ven pero estoy parada de pie, aplaudiendo como loca la actitud. Cuesta
tipear y aplaudir al mismo tiempo, tanto como cuesta llegar a ese punto en la
vida donde te das cuenta que vos tenés las riendas bien firmes en tu mano; pero
cuando el día llega, oh, qué maravilla, y qué tanto más fácil se hace vivir…
En
fin, dejamos al Sócrates de lado, y nos metemos bien de lleno en la cocina de
esta fabulosa marca emprendedora que propone todos estos servicios:
+
Productos de pastelería, panadería, conservas y dulces son 100% caseros. No usan
conservantes artificiales y cuidan mucho la selección de ingredientes “Preparamos
lo mismo que nos gustaría comer, con la misma calidad”, enfatizan.
+
Productos textiles y de decoración para el hogar, totalmente artesanales hechos
por Uriarte u otros emprendimientos amigos de la marca.
+
Propuestas para complementar la decoración de una fiesta, así como la
confección de souvenirs muy copados y coloridos.
Con
tanto amor, vamos a los detalles prácticos. Las chicas realizan sus ventas vía
Facebook, y también reciben pedidos por mail (holauriarte@gmail.com). Cuentan
que si compran cualquier tipo de producto en cantidad, tienen un 10% de
descuento. Pueden retirar la compra por cualquiera de los dos Showrooms (uno en
Villa Crespo y el otro Palermo… intuyo que los dos muy cerca de la calle
Uriarte); y pueden recibir la compra muy cómodamente en casa, vivan donde vivan
en todo el país. Aceptan efectivo, depósito y transferencia bancaria, y los
pedidos que superan los $500 requieren una seña del 50% del total para empezar
(para pedidos grandes sugieren hacerlos con 20 días de anticipación).
Amistad,
sabores, ideas, colores, detalles dedicados, alegría trabajadora, una marca
querida y bien trabajada… listo, ya está. Podría dar por terminada la semana.
Pero no, siempre podemos recibir un poquito más de amor ;) ¡Muy feliz miércoles
a todos!
Uriarte
holauriarte@gmail.com
Showrooms
en Villa Crespo y Palermo
Realizan
envíos a todo el país.
Todas las fotos de este post fueron tomadas del Facebook de Uriarte.
Bonus Track:
Recuerdos de cocina de las chicas Uriarte…
Lucía
Vengo
de una familia en la que siempre se cocinó mucho. Nos gusta comer rico, y bien
casero. De chica me moría por un pancho, porque mi mamá siempre se cocinaba
todo, a pesar de trabajar un montón de horas. Eso era genial…hasta la masa de
las tartas preparaba. Cero comida rápida. Pero bueno, de nena para mí lo
gourmet era un pancho con lluvia de papas. Mi abuela materna, Rita, era “la”
cocinera oficial. De esas mujeres que comenzaban a cocinar una semana antes de
las fiestas y sacaba fuentes, y ollas y platos como para alimentar medio país.
Era judía, y a través de ella conocí sabores que nunca más volví a probar.
Antes de morir, nos dejó casi todas sus recetas. Es un cuadernito con letra
prolijita y redondita que cuidamos como un tesoro.
Tengo
dos recuerdos muy, muy presentes de mi infancia vinculados con la cocina. Uno
de ellos, obviamente, con mi abuela Rita. No sé cómo hacía, pero siempre que
cocinaba, la cocina parecía una sala de cirugía: todo inmaculado, limpio. Hay
una foto, que le tomaron hace muchos años. Ella estaba haciendo el repulgue de
empanadas. En esa foto ella está usando un delantal que había cosido (era,
además, muy buena costurera y tejedora de dos agujas). Está sonriendo, y todo
está impecable. La mesada, llena de comida. Esa era ella, todo alegría y amor
por los hijos y nietos que íbamos a cenar.
El
otro, con mi papá. Yo tenía unos diez años y había encontrado una receta de
scones toda doblada dentro de un libro. Era de un recetario Royal, en blanco y
negro. Me apoderé de la receta y de la cocina a pesar de mi metro veinte y
preparé la receta. Cuando mis viejos vieron lo que había hecho, no lo podían
creer. Mi mamá estaba alucinada, y cuando mi papá probó uno me dijo “Son
iguales a los que preparaba mi mamá”. Creo que fue mi primer momento de orgullo
culinario: haber preparado algo que permitiera evocar un momento feliz. Creo
que eso es la comida casera (y por eso siempre hay que buscar las recetas de
las abuelas y prepararlas!).
Marcela
En
mi historia familiar la cocina casera ocupa un lugar importante, empezando por
mi abuela María Esther que era casera al 100%, con sus guisos, sus niños
envueltos en hojas de repollo blanco y sus ajíes rellenos que eran muy
sabrosos. Mi mamá, también María Esther, tiene esa herencia incorporada por lo
que era muy difícil que pudiese entrar en mi casa una pizza de un delivery.
Siempre había una excusa para creer que no estaba bien elaborado. Es
especialista en pizzas y salsas que tienen un aroma especial, conservas y hasta
sendos moldes de dulce de membrillo. Y si agrego sus tortas y sus creaciones
puedo decir que es toda un especialista
en la cocina. Su compañero de vida, mi papá Fernando, la acompañaba en esos
quehaceres: ella hacía un matambre y él lo cortaba con precisión como un
arquitecto. Su profesión estaba en la cocina, por eso para cocinar, mi padre
hacía los paso a paso de un locro, una carbonada, un goulash. Los dos formaban
un equipo capaz de cocinar y deleitar a sus amigos, que eran agasajados con sus
delicias.
Y
yo mirando, acompañando y colaborando cuando era necesario. Coleccionaba
recetas, especialmente de las dulces que hacía mi madre. Tengo recetas de
cuando la revista Clarín tenía el tamaño del diario. Hacía tartas de manzana
con merengue italiano, scones, masitas secas. Mi especialidad son los budines y
el más solicitado es el malmolado. Cuando cocino tengo la presencia de mi
abuela y mi padre, porque entre mate y mate o un café se entramaba una charla
de historia, de viejos tiempos, de cómo se cocinaba antes o lo más hermoso de
cómo fue la vida de ellos. Cocinar me produce placer, me lleva a volar a otro
tiempo, a crear, a revisar cómo lo hacían mis seres queridos o a poder decirle
a mi mama: “¿qué lleva la receta tal, que no me acuerdo?”. De eso se trata: de
compartir, de dar, de agasajar pensando en quién viene a mi casa.
*
No sé muy bien de dónde viene el “Más amor por favor”. Sabía que era de origen
brasilero, ¿no? (se agradecen datos). En fin, OBVIO no es una frase mía :p A
ver si este link sirve de fuente ;) http://www.ygormarotta.com/