Alma Singer I | Ciao bella!

Cuando el viaje cambia de desplazamiento vertical a desplazamiento horizontal, sólo puede querer decir que está acomodándose para tomar la recta final. ¡Ouch! Lo revivo y siento que se pasó volando, pero tampoco tanto. Cada día fue tan intenso que retuvo las agujas del reloj casi al ritmo de una sala de espera de ginecólogo prestigioso (y en cartilla de plan 210). Ahí vamos, ¡a exprimir la última semana on the road!

El tramo italiano nos llevó de Firenze a Parma, donde nos encontraríamos con Pier, primero de Mr. P para almorzar. El argentino-sevillano más capo del planeta se nos sumaría ese fin de semana de postales del norte, y encontrarnos en la ciudad cuasi sísmica fue un flash gordon. Los temblores, por suerte, no RSVP a la cita…

Parma me sorprendió fantásticamente. No sabía que esperar de la ciudad que nos tienta con su prosciutto celestial y su queso que tan bien corona ensaladas verdes, por eso no dejó de maravillarme. Ya el tinte de reunión primos le sumó un color divino al asunto, así que caminamos panchos los tres como si vernos fuera cosa de todos los días…

No pude evitar acordarme de muchas amigas diseñadoras y habilidosas bloggeras al ver estas telas.

Otra vidriera, con un tinte de perdices con finales felices.

El almuerzo más caro del viaje, pero claro, location location location y ¿quién se va a fijar en la cuenta cuando está rascándose la pancita llena de piato capresse y prosciutto de Parma?

¡Y oh, por Dios! Agenden a Emilia, le mejor gelateria de todo el viaje y tomen nota: si pasan por una heladería totalmente repleta de locales, sepan que ahí tienen a la favorita de la ciudad. Comprobado por tres paladares extranjeros :)

Seguimos subiendo y llegamos a Meina, un pueblo soñado con esencia a hogar sobre el Lago Maggiore. Todo el Lago Maggiore es increíble, desde Arona (Italia) hasta Locarno (Suiza). Si pueden incluirlo en su itinerario de viaje, no se van a arrepentir. Acá les comparto algunos puntos recomendados de la zona…

Panorámicas de Meina

Desayuno en el Gigi Bar de Stresa. Por-el-amor-de-todo-lo-que-es-bueno-en-esta-tierra, pasen, tomen un capuccino con un cornetto de mermelada y un Margheritine. Es TODO lo que tienen que hacer para ser felices.  

Y una buena caminata digestiva por la pintoresca ciudad costera, muy bien ponderada por turistas de la zona, léase suizos, alemanes y franceses.

Visita ineludible al Lago D’Orta (pongan en el GPS Orta San Giulio). Otro oasis de la zona que no queda sobre el Lago Maggiore pero está conectado desde Stresa por una ruta de montaña símil Comarca Hobbit que te emociona hasta el punto de lo absurdo.

Y Canobbio, el último punto del Lago Maggiore que puedo enseñarles con fotos (esta vuelta me quedó afuera Arona, pero agenden porque es su puerta de entrada, y es muy feliz). Para los amantes del peltre y los hierros, acá hay un artesano del gremio muy talentoso y buena gente. No sólo te atiende amable, también recuerda a sus clientes, por más que vayan una sola vez al año…

Salimos de entornos naturales y nos vamos a grandes ciudades del norte. Bergamo, con su ciudad alta, su funicular, dulces de polenta y domingos en comunidad, con niños cantores, bandas aficionadas y todo un pueblo que acompaña…

Milano, la elegante y sutilmente ostentosa Milano. Cuna de la moda italiana, de la esencia chic nacional y también cuna de mi nonna. Los tranvías antiguos, las tiendas de Vía Montenapoleone, el incesante tránsito de turistas en Galleria Vittorio Emanuele II, la fachada blanca y despejada del Duomo, tan impactante como una montaña bien hecha con arena mojada, y sus mil negocios que te llaman desde las peatonales para que vacíes tus ahorros en objetos de diseño, revistas y libros de moda.

Camogli, ciudad muy poco conocida de la Liguria que se esconde detrás del éxito de Portofino y Santa Margherita Ligure (mejor así, así no se inunda de hordas de turistas). Es un oasis descubierto de casualidad allá en el 2001, con mi hermano y su amigo Rolo. Siempre que pude volví, y esta vez no fue excepción. Cuenten olas, háganse amigos de gaviotas, llévense una piedra y pídanle un deseo al mar Mediterráneo…

Finalmente Torino, última gran ciudad italiana de nuestro tour. Nos recibió un día festivo, con todos los estudiantes en las calles y plazas, celebrando el fin de las clases con una hormonal guerra urbana de agua. Tomaron las fuentes, los adoquines, las calles y los rincones donde apretujarse a besos. Y nosotros tomamos todo lo que Torino quiso regalarnos, incluyendo una visita al Stadio delle Alpi, cede de la Juventus.

¿Qué puedo decirte Italia más que gracias, gracias, gracias? Gracias por recibirnos y despedirnos con sol; gracias por regalarnos sólo lluvias y tormentas bajo techo; gracias por tus colores terracota, tus harinas en generosas cantidades, tus helados refrescantes y nunca decepcionantes; gracias por tu gente sanguínea y pasional, por los encuentros y sorpresas, y por tener siempre un regalo bajo la puerta. Gracias bella… nos volveremos a ver.

Más fotos:

Parma

Meina

Stresa

Lago D’Orta

Canobbio

Bergamo

Milano

Camogli

Torino

  

Hoy igual esto acá no se termina. No sé si se percibe en el tipo de fotos que subo, pero me la pasé buscando mercados y cualquier tipo de producto de papelería + libros + revistas, mi grandes fetiches de viaje. Por suerte no necesito viajar al otro lado del Atlántico para conseguir ejemplares de ambos, basta con seguir al próximo post y descubrir que El Mercadito Azul y Lulu Heart Paper siempre tendrán novedades para fanáticos como yo…