Alma Singer II | La otra Roma

Si tirás la moneda en la Fontana de Trevi, FIJO que volvés a Roma. Y si volvés, si tenés el enorme privilegio de volver a pisar sus calles adoquinadas, a sortear a sus turistas, a seguir comprando Pinochos para llevar como souvenirs, y a comer pizza, focaccia y risotto hasta morir, entonces mirás a Roma desde otro lugar. La buscás distinta, la querés como amiga, querés ver su cocina y llevarte una nueva percepción, más auténtica, de la cuna de emperadores y gladiadores. En el 2001 y en el 2010, yo tiré la moneda en la Fontana de Trevi…

Estuve más pendiente de los carritos callejeros que del orden de las calles. Ya tenía impregnado en la memoria el mapa de esta hermosísimamente terracota ciudad, así que me enfoqué en mi sed y en mi estómago: compartimos un vaso de frutas del bosque con Mr. P, frescas y en temporada.

Me dediqué a cazar tipografías urbanas. Un deleite que recomiendo en cualquier ciudad. Nos dicen mucho de su gente, sus costumbres y preferencias. Con la cantidad que saqué en Roma, ¡casi que me puedo armar una composición de cuadros para el living!

Me dispuse hacer un mini master urbano de fotografía mirando atentamente a todos los orientales en situación  de fotos. Son tan fotogénicos y tan populares por su click click click que algo bueno iba a sacar seguro ;)

Le entré duro y parejo a las harinas italianas. Recordé que la última vez que estuve no había encontrado abierta a la Pizzeria da Baffetto, en Via del Governo Vecchio 114 (una de las calles más lindas de Roma). Ya que estamos, agenden bien esa zona de la ciudad: con sus locales de diseño, antigüedades, moda independiente, heladerías y museos, para mí es la que más garpa.

Gracias a Enrico, aprendí que la medialuna allá se llama “cornetto”. Desayuno resuelto, y especialmente muy rico y pintoresco en L’Emporio alla Pace, frente al legendario Caffé della Pace (todo en ese extremo de Roma, que es mi favorito).

Entré sin apuro a cada negocio que me movió la aguja de la felicidad. Este bazar tenía cosas muy copadas, y me terminé llevando un vaso de vidrio con textuas mooooy lindas a un euro. Queda a pocos pasos de L’Emporio alla Pace.

Vivimos un clásico aperitivo con Enrico, un viejo amigo, en una callecita encantadora a menos de dos cuadras de Piazza Navona. Allá el happy hour comprende tragos y dos brutas tablas llenas de delicias para picar. ¡A eso llamo yo feliz!

Aaaaah suspiro… Roma hermosa, Roma personaje, Roma llena de ideas, colores, texturas y olores. Roma que te quiero Roma y que espero volverte a ver. No está de más decir que en este viaje regresé a la Fontana de Trevi y volví a tirar una moneda…

Muchísimas más fotos de Roma acá.

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