PLAY | Little Less Conversation- Elvis vs JXL
Hablemos menos, hagamos más. Lo dijo Elvis, lo dijo Nike en los 90 y lo dijo Marina el lunes, entre tanta otra gente que nos lleva a hacer. HACER. Porque siempre es mucho más fácil de lo que parece. Y divertido. Emocionante. Justificante. Energizante. Aunque la RAE diga que energizante no exista, yo digo que sí. Yo digo que sólo te toma agarrar tus básicos (y la cámara, ¿por qué no?), un abrigo por si volvés tarde y salir. HACER. Hacer que ese día cuente.
Un día cuenta cuando te juntas en BIO con una amiga que no ves hace mil y te vas en horas de genial conversación, tés de jazmín y limonada energizante (claro RAE, no existe, pero ponele esa cantidad de jengibre y vas a ver como la colás en tu diccionario…). Un día cuenta cuando tu amiga te comparte todo lo que está HACIENDO para sentirse mejor.
Un día cuenta cuando la Av. Pueyrredón te regala un viaje al pasado. La gran mayoría de sus negocios y edificios paquetes definitivamente se quedaron en el tiempo…
En una mercería los pijamas, camisones y saltos de cama bailan como fantasmas, y la puerta de madera y vidrio siempre está abierta para la vecina charleta que vuelve con la excusa de comprar medias para un sobrino.
En una librería se regalan libros. Se regalan libros. Traeme la cuenta, ya estoy lista para irme con una sonrisa.
Pero quiero más. Dame negocios con sus carteles para exigentes…
Dame una foto que podría hacer feliz al profesor Maestrovic, con equilibrio visual logrado por rojos y blancos, y esos detalles que nos hacía mirar para componer un aviso.
Dame tableros de felpa con tipografías blancas.
Gracias por todo lo que me diste Av. Pueyrredón. Ya podemos seguir camino y hacer que el día siga rindiendo sus frutos en otro lado.
Y pasa que un día cuenta cuando vas al Barrio Chino para recolectar datos y terminás tomando alguna que otra cosita para volver a casa y preparar el té y la cena perfecta.
Pimpollos de rosas francesas para hacer té, tan combinables con mi primoroso repasador.
Tomates secos para comer con todo.
Aceite de sésamo, caro pero eterno. Compra inducida por la buena de Juliana, y sus recetas con twist.
Y maní japonés, para “cocinar en alguna comida”, cuando realmente lo único que haces es meter mano en la bolsa de pasada sólo para sentir el crunch crunch de tus dientes. Lo crocante no sabía nada hasta que nació el maní japonés.
Ya lo ven. No fue nada pero lo fue todo. Un día así cuenta. Elvis, Nike y Marina estarían orgullosos de nosotros.