El sabor de otra época

Ayer a la tarde tuve el enorme placer de conocer Smeterling.

Síp, esas fotos explican contundentemente el enorme placer. Reparto baberos y les cuento la historia.

Más baberos.

Llegué a Recoleta bastante antes de las 5 de la tarde, así que pasé a visitar a dos amigos y nos fuimos los tres a tomar un helado en Arkakaó (Lucías Maga y Bolsón queridas, no es Jauja pero estoy más cerca, mucho más cerca que antes). El helado estaba muy bueno y fui por un tema puntual de laburo (jajaja posta), pero fue una decisión bastante estúpida, ¿quién se llena antes de ir a una Patissierie Premium? El punto es esas dos cuadras caminadas con ellos, el entorno general de Recoleta, me dio a pensar que hay gente que todavía vive en otra década. No logro definir cuál, pero son años donde la gente se vestía de punta en blanco para ir a comprar el pan a la panadería del barrio, donde las mujeres usaban sombreros en bases cotidianas y donde los hombres de traje caminaban junto a ellas por el lado de la calle. No se, otra década. Y la sentí cuando llegué a Smeterling.

La Patissierie queda en Uruguay 1308 y es divinamente alucinante, muy moderna y súper bien puesta, por eso no cuaja dentro de mi teoría de otra década. Capaz fue el llegar medio desorientada y encontrarme con un lugar así en una calle señorial pero gris. Capaz fue entrar y descubrir una dinámica que creía perdida. Una pastelería enfocada al despacho de sus creaciones con una barra simple pero sofisticada balconeando los quehaceres de las pasteleras, amasando a la vista de todos; y la dueña y pastelera ejecutiva Isabel Vermal atendiendo a todos, clientes nuevos y habituales, con igual entusiasmo. ¡Es eso! La vocación de servicio, la atención personalizada de barrio, las ganas de hacerte sentir que haber entrado por esa puerta fue la mejor decisión que podrías haber tomado (y comido). Eso.

Pero no sólo de servicio no se alimenta la gente, no no. La gente necesita dulces en demasía, exquisiteces que ganan en el paladar y en los ojos. Y de paso, acompañarlos con té Twinings (su Earl Grey Tea lo hizo Dios) o un café Illy. Ningún detalle está librado al azar, ni la ambientación o la vidriera, que cambia constantemente por mano de la inquieta Isabel. Le divierte y se nota, el buen gusto no se esconde en ningún estante o rincón, brilla.

Lo más loco es que Isabel abrió este espacio terminando el año pasado. Y no viene de trabajar en mil cocinas; viene de dedicarse a un laburo comercial en la industria de la tecnología. Smeterling es el resultado de un cambio de rumbo que buscó buceando en lo que amaba hacer (pastelería, pastelería, pastelería), en viajes que le abrieron la cabeza y el curso de pastelería que tomó en Gato Dumas Colegio de Cocineros, con posgrado en pastelería en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía). La base está, y el nombre también, Smeterling (mariposa en alemán: “es un insecto que representa la transformación de las materias primas en cosas lindas”). Y las horneadas, claro: cookies, macarons, alfajores, cupcakes, mini cakes y cakes que parecen medallas de oro de exhibición.

El broche al concepto lo dan los utensilios y artículos de bazar que completan la propuesta.

Vos podes venir y llevarte tus macarons en una campana de vidrio listo para regalar, galletitas en frascos, o llevarle a tu hija/sobrina (yeah, right… a vos) una caja con los ingredientes para hacer cupcakes + un librito de diseño ad hoc donde se explaya la receta + cartelitos para regalar los cupcakes horneados (yeah, right…). El concepto cierra por todos lados y es óptimo por donde lo mires o lo comas, como si el famoso “en mis tiempos todo era mejor” se hubiera materializado hoy y ahora. Algo me decía que Recoleta pertenece a otra década…

Smeterling

http://www.smeterling.com/

D: Uruguay 1308, Recoleta

T: 5294-6070

H: Lunes a Sábados de 10 a 20hs. Domingos y feriados de 11 a 20hs