Alma Singer I | La pausa entre lanas

PLAY – Waterfalls – TLC (muy a pesar del rap del final)

Si les digo que Google es una persona y que camina libre por las calles, entre nosotros, los mortales, ¿me lo creerían? Hagan el intento, vamos, se que cuesta porque sería demasiado groso para ser cierto, pero lo es. Es verdad y tiene nombre de mujer, Romi Goransky, la chica Furoshiki, Origami y Quiero Coser. Vos le pedís un dato y te bate al menos cinco. Son buenos, productivos y dignos de ganarse el premio “Esta es la posta”. Y como Google, lo hace por amor al prójimo.

Hecha esta introducción, paso a contarles que Romi me sacó la ficha de una y me recomendó que visite Mill, un restó en Villa Crespo que seguramente me iba a gustar. También charlamos de la zona de las lanas, donde queda Mill, colmada de comercios dedicados a la materia prima. Es un verdadero polo comercial y la idea de ver lana apilada por color era felicidad instantánea. Mail va, mail viene, otra mail va para invitarla a la sospechosa Juli, resolvimos juntarnos a almorzar en Mill y después recorrer los negocios. Esa recorrida estará el lunes en este espacio, acá en Alma nos enfocamos en el placer culinario, como siempre…

Es un restó en una esquina, lo que se traduce en amplios ventanales, luz natural y solcito de modorra a través del vidrio si estás en la hora correcta. Hay mesas de madera, sillas de todo un tipo, una araña discreta, un mostrador de película, el infaltable pizarrón, un cercamiento de vidrio de colores y una enorme estantería roja, llena de valija antigua, cajitas de té, vasos de vidrio, libros, revistas y otros detalles para sacarle fotos hasta el fin de tus días…

Romi llegó con su alegría natural y un F5 de su vida muy divertido. ¿Sabían que fue a dar clase de Furoshiki a Chascomús? Esto lo cuento especialmente para lectores de otras provincias que quieran adentrarse en la técnica con una verdadera experta. Como Google, viaja a todos lados.

En fin, era un viernes frío pero lindo (enfatizo en la palabra viernes), lo que me animó a pedirme el menú del día con sopa incluida (sopa, que no quiere decir caldo Maaaaa, ¡el caldo es espantoso!). Como Juli estaba demorada, arrancamos sin prisa pero sin pausa (y sin ruiditos al tomar la sopa).

Seguimos con un risotto power de color violeta (vaya a saber uno porqué). No dejé rastros en el plato, ni que hubiera vivido la Gran Guerra. Para el postre ya había perdido toda compostura… y dale, no soy fan pero traeme el panqueque de manzana. Con un potecito de dulce de leche. Al final le di más al dulce de leche solo que al panqueque porque no puedo contra él. Dulce y calorías, mis dos mejores amigos de sobremesa.

Juli, Bimba y Joselito llegaron para la sobremesa, que nuestra tejedora acompañó con otra sopa de muy buena pinta. Dos potencias se juntaron, dos guías ideales para recorrer la zona d las lanas. Y a todo esto, Bimba y Joselito pastando en el individual de papel de madera.

El almuerzo duró mil horas. Fue un placer, ¿qué digo? UNA VICTORIA robarle tiempo para mí al viernes, con sus demandas y manotazos de ahogado de semana hábil llegado a su fin. Esa es la vibra que sentí de Mill, un espacio donde hacer una pausa, resetear y volver a empezar con la panza llena y los ojos contentos.

Mill

millrestaurante@gmail.com

D: Scalabrini Ortiz 801, esquina Castillo, Villa Crespo

T: 4777-9229

H: Lunes a sábado de 8 a 20hs