Alma Singer I | Piezas Sueltas del País de Nunca Jamás

Granos de café y azúcar. La bolsita de Bonafide Sensaciones Torrado Suave no dice nada más. Sólo granos de café y azúcar. ¿Entonces por qué deliro cada vez más los posts? ¿Seguro que no tiene algún alucinógeno por ahí, o mis escasos dos días en Ámsterdam tienen secuelas a larguísimo plazo? En fin, bananas. Vamos al post de hoy, y sepan disculpar. Creo que mi condición es natural…

El miércoles 30 de marzo no sólo tocó U2 en el Estadio Único de La Plata, también me subí a una casa en un árbol y toqué las puertas del País de Nunca Jamás. ¿Ven? ¿Qué ca**** tiene mi café? Me explico. En el mundo real, fui a la fantástica casa de Nora González y Luis Galmes, responsables de Piezas Sueltas. En el mundo real, Nora me mostró su casa y taller mientras su benjamín jugaba a perder por la casa unas figuritas tamaño canicas. En el mundo real tomé jugo de algo, me senté en un sillón muy cómodo y charlé con ella hasta que llegó su marido, Luis, de dar mil vueltas por una atestada Capital con el sólo fin de buscar a su hija mayor en el colegio. En el mundo real todo esto es muy real, ¿o no?

Pero después te encontrás con algo de todo esto ubicado discretamente en la casa de los chicos…

Claro. Discretamente porque están apoyados contra paredes y no se mueven… ¿o sí? Tantos colores, tantos matices, tantas horas invertidas en convertir un mueble viejo lindo en una obra de arte, pensada y procesada por dos personas talentosas que se fueron un poquito de su tangente para revivir protagonistas del pasado. Con alma y estilo muy propio.

Volvamos al punto donde les cuento que estamos sentados en un sillón muy cómodo hablando los tres. Por las ventanas se ve árbol, puro árbol, en esta casa chauchesca emplazada en un primer piso. Es la casa del árbol, y el más chiquito de la casa tiene algo de niño Peter Pan. Va y viene, juega por el piso y por los muebles, se sube y baja con destreza en pos de una misión: divertirse. Y no para de sonreír. La más grande tiene ojos inteligentes, y no habla (conmigo) mucho pero te das cuenta que, de ser alguien, sería Wendy. Y todos viven entre libros, películas y muebles en la casa del árbol, donde la imaginación corre libre.

En el mundo real debería contarles que Nora es licenciada en letras y traductora, dedicada hace varios años a la edición de libros. Ella es clave al momento de crear los muebles y explica porqué: “Desde chica y durante mucho tiempo concurrí a talleres de cerámica y escultura, y después de reciclado y restauración de muebles. A mi padre le gustaba la carpintería y tenía en casa un taller donde hacía los muebles que utilizábamos. Me había comprado las mismas herramientas que él usaba pero de mi tamaño, es decir, adecuadas para una nena. Yo pasaba horas en el taller”.

El mundo real me patea por debajo de la mesa para que no me olvide de presentar como corresponde a Luis, realizador cinematográfico especializado últimamente en la dirección de documentales, que lo llevó a recorrer Argentina y Latinoamérica que da gusto.

Y si me cuelgo mirando la gran biblioteca de los chicos, el mundo real se encarga de pasarme una hoja con su presentación: “Empezamos eligiendo objetos o muebles que por alguna razón nos resultan atractivos. Muchas veces al seleccionarlos ya tenemos cierta idea de su posible transformación. Con frecuencia esta idea se mantiene, aunque lo más habitual es que cambie en el trabajo mismo. Como resultado, un objeto que estaba condenado al olvido tiene la oportunidad de una nueva vida, distinta de la anterior. Porque no buscamos devolverle su antiguo brillo, no posamos sobre él una mirada nostálgica, sino lúdica. Digamos que lo reinterpretamos, creando una pieza diferente en su aspecto y a veces también en su función”. El mundo real es un capo, ¡gracias por la ayuda!

Pero creo que, en un punto, suma más contarles que fui testigo de una familia unida, alegre y especial. Todo eso, siento, se traduce en sus Piezas Sueltas. Son parte de una historia, momentos enérgicos condensados en madera y pintura. Y díganme, ¿quién no quiere tener en casa un poquito de ese País de Nunca Jamás?

(Esta tarde pruebo otro café).

¡Muchas gracias chicos por recibirme en su casa!

Piezas Sueltas

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