Pánico, locura y peluquería en Mar del Plata

Can you climb, climb, climb higher?

Pánico, locura y peluquería en Mar del Plata

El 25° Festival del Cine de Mar del Plata visto a través de dos estrellas emergidas y glorificadas del cine internacional, Isabella y Enrico Contini.

Enviada especial: Bridget fuc*** Jones

Es mi primera asignación on the road. Es el sueño de todo William “The Enemy” Miller wannabe: subirse a un auto, manejar más de 500km, comer medialunas en Atalaya y llegar al 25° Festival de Cine de Mar del Plata con dos integrantes del Planeta Celuloide. Dos completos desconocidos reconocidos por el mundo entero, desde críticos especializados hasta actrices raquíticas al borde de la alcoholexia que mueren por ser recubiertas de glamour por la vestuarista Isabella y recibir un checote firmado por el productor ejecutivo Enrico Contini. Dos completos desconocidos reconocidos por el mundo entero que comen churros de Manolo como vos y yo.

La visa que te habilita a entrar al Planeta Celuloide se paga con muchos litros de VodkaTonic. Mi Gancia Frozen no pudo llegar ni al mostrador, pero las estrellas sentadas en mi mesa de Antares deslizaron una visa falsa bajo la mesa, dándome free pass absoluto a su mundo. Es cierto que Tom Cruise comió la placenta de Suri, que Madonna duerme enrollada en film plástico, que Disney está congelado y que Anne Hathaway es una histérica. That’s not all. Los chismes siguieron pero no vienen al caso: Isabella y Enrico comen papas Antares con la misma intensidad que su redactora amiga. Hay sangre en sus venas (pero no les gusta sacarse fotos).

El viernes llegó y pasó con gloria. El sábado nos encontró definiendo las acreditaciones (por supuesto garantizadas para la dupla italiana). Una docena de churros calientes entregada en manos adecuadas me procuró la propia. Estábamos listos para salir del centro de información, y dejar atrás milenarias cámaras y proyectores de cine. El lobo marino marplatense sabe decir ¡cheese!

Clericó, tortilla de papas y rabas fue el menú del almuerzo/té (esta gente no come a horarios normales), y con el mar como escenario compartieron sus próximos proyectos. Isabella va a vestir a más de mil cebras en la nueva producción de David Lynch, mientras que Enrico va a producir Duro de matar 171917 cuando secretamente desea ser Bill Murray. Sólo eso. Ser Bill Murray.

El sol seguía en su tope cuando Isabella descubrió que se había olvidado su kit capilar (a.k.a. cepillo de pelo). Yo soy Bridget Jones, obviamente no había llevado cepillo, pero las estrellas no tienen problema que un buen pañuelo y una tarjeta Platinum (ssshhh… en realidad es Black, pero es muy, muy, muy exclusiva) no puedan resolver. Nos fuimos a la peluquería. Manos, lavado y peinado a $85 fuera de temporada. Qué bueno que mis gastos los paga Rolling Stone.

Somewhere (over the red carpet)

Ni el viento más descarnado logró perturbar la paz afincada en el rostro de Enrico ni el pelo majestuoso recién peinado de Isabella (recuerden: turbante con pañuelo). Eso sí, mi vestido Pin Up Girl logró que de Bridget Jones pasara a ser Brigitte Cualfueraelapellidodeunaactrizporno. Demasiado corto para seguirle el paso a dos talentos demasiado acostumbrados a la alfombra roja, los flashes y el griterío de los fans (????).

Somewhere, la película de Sofía Coppola y excusa de este viaje, se proyectó sobre una pantalla improvisada en el Auditorio de Mar del Plata. Más allá de un espectador imbécil con risa perturbadora (no sólo por lo escandalosa, sino también por lo desubicada), la experiencia fue positiva. Increíble a decir verdad. Estaba sentada entre dos estrellas viendo la ceremonia de inauguración del 25° Festival de Cine de Mar del Plata (bastante torre, no sirvo para los discursos) y la película de la directora estadounidense, todavía sin fecha de estreno establecida. Golazo para alguien que no piratea. ¿Conclusiones? Una película hermosa (tan hermosa), cuidada en cada detalle estético, cada color, cada ángulo y cada elección de vestuario. Es una película –recalco- para ver por el placer de verla, y para dejarse llevar por su musicalización. Más allá de eso, es sólo una linda película, la historia no es nada que no hayamos visto antes.

Antares volvió a recibirnos, tomamos, comimos y bailamos cruzando la calle. Mar del Plata tiene muy buena noche si sabés buscarla.

El Domingo

(Ten decisions shape your life)

Diez buenas decisiones que tomamos el domingo: levantarnos en cámara lenta; abrir la ventana del departamento para dejar que entre el aire de mar; ingerir más fritos con gusto a buena charla; manejar por la costa escuchando música muy variada; sentir el viento en la palma de la mano; dejarnos llevar por el nombre Arameo para encontrar la playa perfecta; caminar descalzos por la arena caliente; reencontrarnos con el mar más turquesa que jamás hayamos visto en costas argentinas; sacar fotos haciendo el tonto; y dormir una siesta bajo la clemencia del sol. Paz absoluta.

Volvimos al atardecer porque Isabella y Enrico tenían que tomar su avión de regreso a Milano esa misma madrugada. A Isabella nunca se le saltó la pintura de las manos y a Enrico jamás se le movió un pelo de lugar, pero los dos comen churros de Manolo. Como vos y yo.

Disclaimer: por las dudas aclaro que (casi) todo esto fue ficción. Viajé con dos amigos perfectamente anormales, por ende tan divertidos, relajados y en sintonía con la mejor energía posible. Fueron tres días de risas, silencios, excelente charla, códigos, comida y fritos (no es lo mismo), música, arena y sol. Gracias a Dios por ello.