Alma Singer I | Temporada de Picnic

Es temporada de conejos, de patos, de conejos, de patos, de conejos, de patos, de conejos, de conejos, de patos, de conejos, de patos, ¡DISPARA! Ni de conejos ni de patos: ¡de picnic! Temporada de picnic en la ciudad con deliciosos sándwiches de tomate, rúcula, casancrem y aceite de olvida, papas fritas de bolsa, juguito de naranja y el más sabroso platillo del mundo: el de poder tomarse el tiempo de comer y morsear bajo el sol sin ningún tipo de apuro ni explicación.

Esta necesidad de comer a cielo abierto nació cuando vi el mantel de picnic de Violraviol hace como tres meses. Es simplemente inspirador y, por ello, el auspiciante de una temporada llena de sabores, risas, sol y relajo. Relajo. Finalmente. Y ya lo he comprobado dos veces.

El picnic que inaugura la temporada (sin armas, conejos demoníacamente inteligentes ni patos locos) se dio hace una semana exacta en una placita de Belgrano con Lau. Un viernes al que le escapamos a la ansiedad del laburo y a las corridas. De repente hubo tiempo y hubo encuentro. Ya está, dos horas, palo y a la bolsa. Creo que hasta tomé un poco de color y todo. En fin, un picnic no es más que eso. Claramente, es más que suficiente.

¡Muchas gracias Violraviol por auspiciar momentos tan relajados y felices!

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