Si bien mis amigos y familia se encargaron de hacerme sentir muy bienvenida, me cuesta mucho reconectarme con la realidad cuando el viaje se termina. Me costó siempre y, a esta altura, no creo que tenga sentido luchar contra eso.
Quiero quedarme con la sensación de múltiples y felices encuentros que tuve a lo largo de tres semanas. Quiero quedarme con las risas de mis amigos, con sus gestos, casas, mundos y planes. Quiero quedarme con cada callecita, plaza, tienda y bar que recorrí y conocí a mi gusto y sin correr. Quiero quedarme con los incomparables sabores de España e Italia, sus ceremonias culinarias y mis tintos de verano. Quiero quedarme con sus cielos llenos de nubes, sus lluvias de primavera, sus noches frescas y su trato amable, a lo largo y ancho de cada ciudad que tuve la suerte de sondear.
Me queda mucho por contarles así que, mientras vuelvo a tierra, respondo mails, recuerdo cómo escribir notas, hago las compras y pago mis cuentas, voy a subir -lo más seguido que pueda- mis impresiones de los últimos destinos: la costa amalfitana, Roma y Madrid. Disculpen mi capricho, pero si puedo prolongar mis vacaciones al menos un poquito más, no voy a perderme la oportunidad. Infinitas gracias por el aguante de siempre.
¡Muy buena semana!