¡Viva Corrientes!

No sabía qué esperarme de nada con este viaje. La verdad más pura. Ni siquiera googlié (o googleé Pérez Reverte, como prefieras) a La Alondra, el hotel que venía a conocer, porque a) no tuve tiempo y b) AMO sorprenderme (¡maldito unicornio!). Y, oh Dios, si me he sorprendido…

Para empezar, que haya conectado tan pero tan bien con Valeria, su dueña, en un corto viaje del aeropuerto de Resistencia al hotel no tiene precio. Copada, pilas, llena de ideas (IDEAS en mayúscula), fresca, entusiasta de la vida, de pasarla bien, de su familia y las artes, y poseedora del gen más importante que debe tener un buen anfitrión: ganas de hacerte sentir bárbaro y parte de su mundo. Y así fue.

Cuando llegamos al hotel no pude cerrar mi mandíbula (todavía sigue abierta, ¡qué seca tengo la lengua!). ES ALUCINANTE. Pero MAL. O sea que RE BIEN. ¡¡¡Cómo estoy con las mayúsculas!!! Y su gente es encantadora, muy amable. Muy.

Cenamos una picada con pan casero, embutidos correntinos (ñam), y mandioca frita (¡por ti Pupeto!) mientras charlábamos de absolutamente todo. La historia del hotel se colaba de tanto en tanto, entramándose con el camino recorrido por Valeria y su marido, por los amigos que fueron parte de la concreción de este sueño (tan mágico en tantas cosas), por los huéspedes que vienen acá porque se sienten como en casa y por los futuros proyectos que esta familia planea desarrollar para apostar por su querida Corrientes, una ciudad con alma y calor de pueblo. Macri, gestioname eso por favor para la Capital, ¿dale?

Ojala hubieran fotos de nuestras dos siguientes actividades pero, for once, Vero Mariani tuvo vergüencita de sacar a su china de adentro. Y más que eso: estaba maravillada con mi suerte, quería disfrutarlo y no pensar en ISOS y en qué hacer foco.

Primero escuchamos un ciclo espectacular de guitarra española en el Museo de Bellas Artes Juan Ramón Vidal, donde conocí a gente muy buena onda (les debo nombres). La buena vibra se trasladó al bar “malatendido por sus dueños” (sic) –pago por recordar el nombre ya- donde Valeria, su marido y amigos se juntan desde siempre a tomar birras, comer maní japonés y entablar las conversaciones más divertidas posibles. Anoche estaba, entre otros, la artista Mati Obregón, todo un personaje que podrán ver en la próxima Barzón, posando en La Alondra junto a sus dueños.

De vuelta en mi habitación, relajé como nunca y disfruté cada detalle que acompaña este post. Prometo más fotos, prometo relatos y ahora, prometo tomarme un desayuno de la hostia, con vista al jardín y una sonrisa en el alma. ¡Viva Corrientes!

La Alondra | Casa de Huéspedes

http://www.laalondra.com.ar/

D: Av. 3 de Abril 827