¿Mito o realidad?

Anoche hablábamos de los italianos. Son demasiado elegantes, afeitados, depilados, piel de durazno, engominados, tuneados, lookeados… son demasiado todo. Y por ser demasiado todo, llegamos a la conclusión que son todos maracas. Sus cinturones D&G que se ven desde la luna los delatan.

Gracias Dolce & Gabbana por servir de ejemplo

¿Cómo subsiste entonces la nación italiana? ¿Cómo nacen pequeños italianitos que terminarán evolucionando a metrosexuales más arreglados que sus “novias”? Fer, el primo de Paulin, tiene una teoría: existe un macho italiano, un único macho cabrío gordo, pulenta, morocho y lleno de rulos que se pasea en cuero y sale una vez al año de su granja llena de cabras en Sicilia para inseminar a todas mujeres italianas en edad de merecer. He ahí la cuna de la civilización itálica. Yo tengo que encontrar a este gordo y hacerlo post.

Es por eso gente linda que me voy a tomar una semana para organizar mi viaje, consultar a mis fuentes, sacar los pasajes necesarios para llegar a la famosa granja y ver si esta teoría es cierta o si fue fruto de una borrachera demasiado creativa (aclaro: si encuentro que este lugar existe, voy a visitarlo con cinturón de castidad).

Muy pocas veces pasó que no mantuve el ritmo de posteos y la verdad, me cuesta desatender al blog. Está clarísimo: me encanta hacerlo. Pero si no me tomo una semana para mí, voy a terminar comprando tickets low cost a full price, delineando una ruta de viaje demasiado improvisada (con lo que cuesta llegar al número –y transformarlo en euros- más vale que me despabile un poco) y sintiendo que mis vacaciones se convierten en una carga (¡pecado mortal!). Además quiero resolver otros pendientes y poner en orden mi cabeza bloggera: tengo demasiadas cosas para subir y ningún orden mental.

Los dejo con La Alondra como apertura porque, tras visitar este exquisito hotel boutique, recordé que yo soy nómade, que mis pies nacieron para estar siempre en movimiento y mi ciudadanía pertenece al mundo.

Los invito a que ustedes también hagan el check in, se acomoden en la habitación, cuelguen la borla roja en la puerta para procurarse privacidad, llenen la bañera de agua calentita y se den un baño de inmersión. ¿Quién dijo que no podemos tomarnos una semana en abril? Rompamos los esquemas, pasémosla bien y hagamos nuestras apuestas: ¿podrá Vero Mariani no postear por una semana?

¡Muy buena semana para todos!