Alma Singer II | Un Mua para Peponi y yo

Una vez, con mi vieja llevamos a Peponi (mi ahijado) a un pelotero cerca de casa. Deprimente. Mal. Era un lugar enorme pero poco luminoso, con mesas y sillas de bar retro (retro mal gusto), café del espantoso, y muchos juegos por todos lados pero dispersos y absolutamente desoladores: era un día de sol y éramos los únicos tres que recorríamos esos mil metros cuadrados (so to say…). Decí que si está Peponi no me importa nada, la paso bárbaro, pero pensaba “qué horror de madrina, ¡este chico va a quedar traumatizado y va a ser toda mi culpa!”. Una hora después salimos, él todo contento, mamá charlándole y yo mirando atrás de mis pasos como pensando jamás volveré, ahí vive el payaso de IT.

Ahora, otra vez, hace una semana, fui a conocer Casa Mua. Si existe un infierno pelotero, con Casa Mua descubrí que existe el paraíso. Déjenme que les muestre dos fotos que hablan por sí solas y después arranco con la historia:

Ahhhhh… eso no se lo esperaban, ¿no? Increíble. Miren un poco más, se que sus ojitos están de repente muy abiertos y quieren más:

Cuadros de Poupée Tessio

No hay dudas, ¿no? Es un lugar adorable, muy bien puesto, con abundante buen gusto y lleno de todas esas cosas que me gustan a mí: objetos símil-vintage, juegos de jardín retro usados en interiores, mesas de madera, sillas retapizadas con BOLSAS DE CAFÉ (chapeau a la idea, ¡por Dios es genial!), sillones clásicos con telas modernas, un mar de almohadones en tonos muy bien combinados, arte para liberarte, caramelos en frascos con frases ingeniosas, panes, dulces y frutas en iguales cantidades y ese nosequé que tiene un lugar tan luminoso, cálido y lindo. Lindo, lindo, lindo.

También está lleno de todas esas cosas que le gustan a Peponi, como un pizarrón gigante, una casa también gigante, una ciudad dibujada a sus pies, coloridos juegos didácticos ubicados en las paredes, mesas con decoupage para jugar (o sea, onda mal), juguetes, muñecos y hasta una bola de boliche sobre una mini tarima.

Y lo mejor es que la historia detrás de Casa Mua está llena de entusiasmo, pilas y amor. Suena re cursi pero lo cursi es lo más, como Sonia y su marido, argentina y español, que se conocieron en la madre patria y se enamoraron y se juntaron y se pusieron juntos un emprendimiento nacido de una sensibilidad artística y de la necesidad de poder disfrutar un momento junto a sus hijos sin que el lugar fuera el hogar del payaso de IT. Eso se llama apostar por las ideas y llevarlas a cabo con mucha dedicación. Eso sólo se merece un aplauso. Y va otro aplauso a la decoración, a la limonada que tomé, al sector para chicos, al subsuelo con aires de intimidad, a los eventos y shows que los chicos programan para presentar los fines de semana (como flamenco… ¡hala! Ahí me tendrán), a los menús re cancheros escritos con lápices de colores y a la atención buena onda. Y un último aplauso al nombre, Casa Mua, que viene del beso español (digo beso español porque mi ex madrileño siempre terminaba sus sms con un mua mua mua... tierno).

Ahora lo voy a llevar yo a Peponi y se que la va a pasar bárbaro. Ahora espero que mi ahijado se acuerde de su madrina cuando sea viejita, ya no tenga registro de conducir ni guías Alma Singer por escribir, y la pase a buscar para también traerla acá. Yo estoy segura que la voy a pasar bárbaro.

Casa Mua

www.casamua.com

contacto@casamua.com

D: Soler 4202 (esquina Julián Álvarez)

T: 4862-7561

Abierto de lunes a lunes de 8.30 AM a 9.00 PM

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