Celebremos los encuentros

Amo diciembre, amo las fiestas y amo la Navidad. Amo, amo, amo y todos los grinches del mundo pueden llevar su mala onda verde a otro lado. A mi la Navidad me hace feliz. Tengo los mejores recuerdos de estas épocas, como cuando nos sentábamos con mi mamá y mi hermano a hacer las tarjetas de fin de año (la cocina se llenaba de brillantina, lápices y plasticolas de colores, páginas sueltas de Billiken y potes de Shimy devenidos en campanitas para el árbol); o esa vez que nos fuimos los tres en bondi a hacer compras a Santa Fe y Coronel Díaz pre Alto Palermo (yo estaba chocha porque yo le había pedido los boletos al colectivero); o cuando Andy y yo, ya mucho más grandes, nos fuimos solos a Florida a comprarle un secador de pelo a mamá y una camisa a papá (ya se, ¿a quién se le ocurre ir a la peatonal más densa de Buenos Aires en pleno frenesí de compras navideñas?).

Puedo sumar mil recuerdos más de familia y amigos, de cenas multitudinarias y otras no tanto, de regalos, moños y sorpresas, de charlas junto al arbolito con las luces intermitentes prendidas, y de celebraciones con 40°C o de aquel 25 de diciembre de 2004 en el que Dublín me dijo buen día con una fina capa de nieve sobre el parque.

A lo que voy con todo esto es que me gustan estas fechas por los encuentros. Me gusta hacer cosas con los demás, pensar ideas y conseguir ese regalo tan único para los que quiero. Y se lo que cuesta encontrar EL regalo, sobre todo en estos tiempos donde hay más histeria que tiempo. Por eso aproveché estos seis meses que tengo de blogger (¡jua!) para preparar dos semanas dedicadas a la Navidad, a los regalos (posibles y originales) y a los encuentros.

Dos horas de vacaciones

Hablando de encuentros, este sábado pasé a visitar a Vic por su casa (a.k.a. La Playa Tienda). Hace mil años que venía con ganas de verla y conocer sus nuevas creaciones en vivo y en directo. Si bien tuve (tengo) mucho laburo, me di permiso para relajarme un poco y tomarme unas vacaciones improvisadas.

No sólo tuve el gusto de mirar, tocar y retratar sus bolsos, billeteras, prendedores, cuadros, cuadernos, almohadones, delantales y alpargatas (todo muy espectacular), sino que también tuve el placer de pasar casi dos horas de muy buena charla en este apacible lugar, ambientado con colores vibrantes, texturas deliciosas, estampas muy personales y objetos animados. Para colmo de bienes, la pequeña Simona se encargó de aportar mimos y energía, mientras Aretha Franklin se hacía eco a través de los parlantes.

La Playa le puso, porque sueña con vivir junto al mar. Y eso de que cada uno llama a su suerte se siente muy real en estos dos cálidos ambientes. Si no fuera por una ventana grande que mira al jardín, juraría que podía escuchar el sonido de olas alcanzando la orilla.

El fin de semana que viene (como casi todos los fines de semana), Vic abre las puertas de su tienda para que puedan ir a conocer y enamorarse (sin lugar a dudas) de todos los frutos de su imaginación, esfuerzo y pasión. Si quieren escaparse del fanatismo capitalista que intentan inculcarnos y comprar regalos realmente únicos y sentidos, dejen su mochila en casa y vengan sueltos de alma y mente a esta playa, donde el arte es una forma de vida. Posible y feliz.

¡Muchas gracias Vic por la charla y por dejarme dar esa panzada de fotos, cada rincón de La Playa es una placa!

La Playa Tienda - Vic Czentner

http://www.facebook.com/tiendalaplaya

http://vicze.blogspot.com/

http://www.flickr.com/vicze

http://www.facebook.com/vicze

tiendalaplaya@gmail.com

Todas las fotos de La Playa Tienda en

http://www.flickr.com/photos/veromariani/sets/72157622871877153/