Alma Singer I | Una semana teñida de amarillo y rojo

Hace un tiempo, un chico me preguntó qué mambo tenía yo con España, porqué me gustaba tanto. Y, de acuerdo a mi inbox de Facebook, yo le respondí:

Las tapas, el calimocho, las mejores tortillas del mundo y mil manjares más, dormir la siesta, su tonada (todas sus tonadas, de norte a sur), sus comentarios "gallegos", Alex de la Iglesia, Santiago Segura y el Gran Wyoming, la guitarra española, Alejandro Sanz cuando me siento cursi, sus colores y texturas (que mi cámara ama!), y saber el verdadero porqué de la vida: vivir a pleno, juntarse con amigos, divertirse, pasar de todo lo malo y al otro día volver a empezar. Y alguna que otra cosita más que me guardo por ahora. Todo eso tiene España.

(No daba decirle a un flamante arrastra-ala en la primera epístola electrónica que esa cosita que me guardaba fue un gran amor madrileño, con patillas de prócer y besos perfecto).

Esta lista me quedó un poco floja. Por suerte, el tiempo siempre te da revancha así que ahora le sumo otras facetas que me tienen encantada, como sus ciudades viejas, su herencia mora, sus “pegatinas” y carteles ruteros del Toro de Osborne, sus polleras tornasoladas, el flequillo catalán que siempre quise tener (y mi remolino no me lo permite), los noticieros mañaneros de TVE, los colores de Almodóvar (¿cómo se me escapó la primera vez?) y, lo más importante de todo, mis amigos españoles y argentinos que habitan la madre patria. En Barcelona son tantos que si quisiera, podría vivir allá sin sentir el desarraigo. ¡Hasta Havanna tienen che!

Así que esta semana chavales, me voy a dedicar a presentarles lugares, personas y otros temas sabrositos que cruzan el Atlántico para plantar la bandera amarilla y roja en Alma Singer. Vamos a ver si para cuando finalice esta semana temática sigo estando en Buenos Aires…